Ser puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...
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La pequeña campana de metal que daba la bienvenida al nuevo cliente resonó por la pequeña tienda. El propietario, In viejo Alfa, elevó su vista de los papeles en sus manos para analizar sobre el marco de sus gafas al joven desaliñado que miraba a su alrededor los productos femeninos de joyería en las vitrinas.
-¿Puedo ayudarle en algo? -Preguntó el propietario poniéndose en pie.
-Buenos días. -Saludó acercándose al mostrador. -Quería saber qué podría ofrecerme por este anillo y llevarme también algo de joyería más barato a cambio. -El hombre analizó levemente el anillo grueso de oro con la gran incrustración de un rubí en su centro para negar rápidamente.
-No sé a quien le habrás robado eso muchacho, pero no quiero meterme en problemas. -Zafó rápido. -Así que márchate.
-No lo he robado, es un regalo. -TaeHyung se sintió ofendido, como otros millones de veces en su vida cuando la gente que se creía mejor que él llegó incluso a darle monedas o comida solo por su apariencia.
-¿Cree que soy estúpido, muchacho? Inquirió el hombre poniéndose en pie con furia. -Lárgate de aquí antes de que llame a la guardia real.
-Mire, señor, en serio fue un regalo... -El hombre lo interrumpió aún más alterado.
-¡¿Quién le regalaría algo de ese valor a un pobretón como tú?! -La rabia surgió en TaeHyung, al punto que tuvo que detenerse y tomar profundas respiraciones para no dejar que su lobo tomara el control y se defendiera de la falta de respeto que ese otro Alfa le estaba ofreciendo.
-Me lo regaló el príncipe Jimin... -De nuevo fue interrumpido y esta vez, por una gran carcajada.
-No me hagas reír, ladronzuelo. Lárgate de mi tienda, ¡ya!
Le tomó todo su autocontrol solo gruñirle al hombre, el cual, volvió a sentarse de golpe por la sumisión que su animal mostró al instante. Enrabietado y con la dignidad de nuevo pisoteada, salió a la calle azotando la puerta. Camino a casa, lejos de la ciudad, pasó por el mercadillo local semanal. Las personas se apartaban de su camino por su aura molesta y dominante, sus ropas oscuras dejaban en claro que era un resistente y un rebelde de la realeza.
En su encegamiento, mientras maldecía la suerte de tener tal joya como ese anillo y no poder venderla en ninguna tienda del pueblo al todos pensar que era una pertenecía robada a alguien poderoso, un bello lazo de raso rosa cautivó su vista haciéndola brillar al instante con inocencia.
-Cuesta más de lo que puedes pagar. -Le dijo sin más la vendedora cuando se acercó a acariciar la suave tela del lazo para cabello femenino.
-No le he preguntado en ningún momento su precio, así que cállese. -Escupió movido por el enfado contenido. La mujer, asustada por la presencia del Alfa rebelde, comenzó a gritar por ayuda a los guardias reales cercanos. -Muchas gracias. -Ironizó antes de echar a correr.
