Ser puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...
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En el pequeño cuarto con dos camastros, JungKook y Eunwoo comían su cena sobre el suelo y con sus platos en las manos. El menor le había puesto al día sobre la visita de MinGyu y su pequeña discusión, el mayor le reñia por plantarle cara a quien sería su futuro rey.
-Comprendo y me encanta que mantengas tus valores, Kook. -Dijo Eunwoo sirviendo sus fideos. -¿Pero cómo has podido dejar que te afecte tanto? Es un simple Omega más entre todos y no es de nuestra incumbencia; sabes que no podemos hacer nada.
JungKook en el fondo sabía que tenía razón, pero la imagen dolida y asustada al tacto y habla del Alfa en Jimin le seguía carcomiendo el alma. Mingyu nunca había sido malo con él o su amigo, nunca les había golpeado o insultado. Sin embargo sí los había amenazado al elevar su mano en alto o los había humillado, chantajeado o insultado al hacerles creer que sin él no serían nada más que unos Betas marginados de la sociedad en templos alejados de la civilización.
La excusa por la cual JungKook le era fiel a Mingyu, este mismo la había clavado en él con el pasar de los años. Sin Kim Mingyu, Jeon JungKook, habría sido arrebatado del lado de sus padres Y no podría mantener contacto con ellos. Pero gracias a Mingyu recibía cartas cada pocos meses de ellos y eso era lo único que le hacía no perder la cabeza.
Pero con los años, su mente siempre despierta y que recordaba la inteligencia científica de su padre, se comenzó a plantear la realidad que le tocaba vivir. ¿Por qué por ser Beta debía servir a la Luna y al pueblo? ¿Por qué él no podía ir de la mano con un Omega o ser refugiado en los brazos de un Alfa? Se supone que ellos no tenían esa necesidad, que nos Betas eran asexuales y aemocionales, pero allí estaba extrañando el tacto caliente de la mano de TaeHyung y la necesidad de arrebatar a Jimin de aquellos brazos y comprimirlo entre los suyos.
-Eunwoo. -Le llamó una vez estuvieron cada uno de ellos en su respectiva cama. -¿Y si todo es mentira?
-¿El qué? -Preguntó somnoliento el mayor.
-¿Y si nosotros sí podemos amar? -Preguntó refugiándose más entre las sábanas.
-¿Estás poniendo en duda la verdad de la Luna? -JungKook negó y tomó su sotana, en el cuello aún se percibía el aroma del Alfa.
-Solo era una pregunta. -Creyó que la conversación había terminado, que Eunwoo se había dormido, cuando este volvió a a hablar.
-Viéndolo en perspectiva la Luna nos hizo a su alma y semejanza, como sus voces a los humanos. -JungKook giró en la cama para ver la figura de su amigo hablar. -Por algo somos la única casta capaz de comunicarnos con ella, de modo sencillo incluso, sin esfuerzos; pero los santuarios fueron construidos por los humanos. -Eunwoo se tomó un momento para reflexionar. -En ningún momento la Madre Luna me ha dicho que debo servirla y serle fiel solo a ella.
