𓆸Satoru sonrió al escuchar aquel apodo, dejando las compras en la barra para acercarse a besar el cabello de Suguru, quien se sonrojó ante este acto, ocultando su rostro entre sus manos para impedir que Satoru lo observara.
No eran una pareja, ni mucho menos eran asi de cariñosos, pero desde que se despertaron, Satoru parece una pequeña pulga que permanece pegada al cuerpo de Suguru, besándolo, abrazándolo, acariciandolo, con la tonta excusa de su amor inmenso hacía el, tomando cada oportunidad para tocar su mano, jalar de su camisa, tomar sus mejillas y recargar su cabeza sobre su hombro, aunque, claramente, de manera muy muy disimulada (Suguru notaba cada detalle, aun así.)
A ninguno de los dos les molestaba ser empalagosos con el otro, pues los hacían sentir bien esos pequeños toques y palabras de vez en cuando.
— ¿Deberíamos hablar sobre nuestra relación? — preguntó Satoru, rompiendo la atmósfera romántica que se había formado en un par de segundos.
Suguru dudó.
— No creo que sea bueno ponernos etiquetas. — respondió con un ligero tono de incomodidad, y Satoru no lo pasó por alto. Suspiró y trato de encontrar una solución a lo que estaba sucediendo, pues él de verdad quería poder llamar novio a Suguru, después de tanto tiempo de espera, no dudaría ni un segundo en enamorarlo.
— Pero, podríamos intentar algo, ¿no? Nos amamos mutuamente, después de todo...
Y Suguru volvió a negar, pese a que le aterraba la idea de la gente criticando su relación, su decisión, la forma en que hacían las cosas, le aterraba ser rechazado.
Satoru no entendió como un momento tan lindo de repente comenzó a tornarse en tonos grises casi como una estupida comedia romántica, ahora Satoru y Suguru estaban incómodos y hace un par de segundos se encontraban perdidamente enamorados y melosos el uno con el otro, Saturo no entendía, de verdad que trataba de, pero simplemente no terminaba de conectar los puntos.
— No, Satoru. — respondió nuevamente, la primera vez Suguru sonaba nervioso y como si no estuviera seguro, pero esta vez, Satoru noto su tono amenazador y serio, se escuchaba decidido, y cuando lo estaba, nada lo hacía cambiar su opinión.
Ni si quiera Satoru, su mejor amigo.
Después de esa escena, Satoru recuerda perfectamente como el peli negro se levantó de la silla y caminó lejos, hasta que sus dedos huesudos tomaron las llaves y una sudadera tirada, abrió la puerta y se fue, así tal cuál...nada más y nada menos, sin nada que agregar a su conversación.
Por supuesto, Satoru no imagino que no lo vería por una semana redonda, no llegaba ni para cenar, simplemente no llegaba. Suponía que se había ido a quedar con su abuela, pues era donde antes vivía, no obstante, la duda le carcomía nuevamente la cabeza como si no tuviera un inicio y fin, el pensamiento de porque se había cerrado de esa manera ante nuevas opciones, el porque había decidido huir de algo tan hermoso, al menos para Satoru.
Este pudo haberlo buscado, pero no lo hizo, después de varias llamadas y mensajes pidiendo respuesta, decidió rendirse y esperar a la fiesta que se avecinaba, donde sabia que Suguru no faltaría por nada del mundo, y Satoru aprovecharía esto para poder enfrentarlo en persona y pedir explicaciones del porque su desaparición repentina.
Satoru se arregló por primera vez en años, se puso un traje negro con corbata y acomodó ligeramente su cabello, tampoco quería ser demasiado, pero definitivamente quería que Suguru lo notara en la habitación llena de personas; estaba enojado, lo estaba y mucho, pero quería verse bien ante él aun asi, no importa lo enojado que estaba, quería que él aun lo mirara como lo miró esa madrugada.
Estar enamorado era muy jodido.
Satoru llego a la fiesta y se sentó la mayor parte de esta, por supuesto que vió a Suguru, no obstante su orgullo no le permitió acercarse a él y exigirle una respuesta, pero su corazón casi explotaba al verlo con traje y su lindo y largo cabello recogido en una media coleta, y se odiaba tanto a si mismo por estar tan enamorado de él, era casi agobiante lo guapo que se veía ante sus ojos.
Sus miradas se cruzaron por primera vez en la fiesta, Suguru tomaba de su champán y sus ojos resbalaron a los de Satoru, la mirada se sostuvo un par de segundos, cómo si se dijeran todo a través de sus ojos, como si los dos demandaran algo más el uno al otro, sin embargo, ninguno de los dos soltó una palabra ni se atrevió a acercarse.
Hasta el final de la fiesta, Satoru tomó su mano antes de que Suguru se introdujera al baño, y casi pudo escuchar como la respiración del contrario se agitaba con nervios.
El agarre de Satoru fue casi agresivo, cómo si tuviera miedo de que se alejase de él.
— Satoru...— susurró el chico, con la voz temblorosa.— Yo...
Y mierda, Satoru casi podia jurar que se desmayaría, su nombre se escuchaba tan bien cuando salía de la boca de Suguru.
Suguru sabia que estar con Satoru le rompería el corazón en pequeños cachos que se asemejaban al cristal, y le aterraba, le aterraba todo, le aterraba la idea de perderlo y perderse a si mismo al enamorarse perdidamente de Satoru, le aterraba que algo saliera mal, que Satoru se alejara de él, le aterraba no ser lo suficientemente bueno.
Después de todo, Suguru y Satoru eran sólo dos adolescentes perdidamente enamorados.
Y asustados.
𓆸
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La Esquina de la Calle 8 • Satosugu
Romance¿No te parece un poco anticuado que con 18 años de edad, un viernes por la noche, este escribiendo reseñas de comedias románticas Francesas? Es una total basura... Satoru y Suguru jamás fueron iguales, no obstante estaban pegados el uno al otro com...