Cap. ✶ 9

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Suguru asintió en un movimiento débil, entrelazando sus manos junto con las de Satoru mientras este caminaba hacia el grupo de sus amigos, inventándoles una vaga excusa que justificara su ausencia, pero por alguna razón sus amigos se creyeron la mentira y los dejaron ir en paz sin hacer alboroto.

El camino a casa fue cómodamente incómodo, Satoru decía un par de chistes sin gracia alguna y la boca de Suguru soltaba un pequeño ruidito para compensar la falta de risa y no sonar tan seco, mientras sus dedos acariciaban su piel fría por el aire de la ciudad, la cual se encontraba en tonos naranjas y rosas gracias al atardecer; Suguru pensó que se acomodaba perfectamente al momento, era tranquilo y de fondo sonaban varios coches pitando, gente hablando y riendo, los perros ladrando en el parque, simplemente era un sonido cómodo.

Al llegar al departamento los dos se observaron unos segundos antes de juntar sus labios, que se volvían tan suaves en el segundo que se tocaban, como el toque de una manta sobre las piernas, el roce del cabello sobre el cuello y una pluma acariciando la piel, tan inocente y puro, pero tan apasionado a la vez, que ninguno de los dos podría describirlo de una manera correcta, era tan inefable para verbalizarlo.

Las manos de Satoru recorrían todo el cuerpo de su chico, despojándose de la ropa de este con una desesperación tan lenta que casi no podías distinguirla, pero estaba necesitado de sentirlo una vez mas sobre el, para robarle cada suspiro y gemido que se escapara de su boca vergonzosamente, como un intento de seducirlo no intencionalmente.

Sus dedos huesudos y largos acariciaron la entrada  de Suguru, evitando ser tan vulgar con su toque pero haciendo que se notase el deseo que tenía por meter sus dedos y follarlo tanto hasta que ninguno de los dos tuviera otra cosa por sacar o decir, hasta que ninguno pudiera si quiera quejarse ante la falta de aliento.

El cuerpo de Suguru ya se encontraba totalmente desnudo, pero Satoru aún se encontraba con la mitad de su ropa puesta, y eso le molestaba un poco al peli negro, pero las manos del chico lo tocaban por todas partes que ni si quiera tenía tiempo de pensar en lo que estaba a punto de suceder, en un pestañear se dio cuenta que Satoru ya estaba desnudo por completo desde hace un par de minutos, y se dedicó a observar su cuerpo entre jadeos, sus costillas marcadas bajo su piel pero no demasiado, sus abdominales se notaban suavemente y los huesos de la cadera sobresalían antes de llegar a su pelvis; se relamió los labios al observar su miembro erecto, expandido en toda su longitud. Satoru notó la mirada, solo esbozó una sonrisa ladina.

— ¿Estas seguro? Podemos parar si no quieres...— dijo Satoru, entre jadeos pesados.

Suguru solo se dedicó a asentir, aprobando su toque nuevamente, emocionado por más, pero a la vez lleno de miedo.

— Por favor...Toru

Parece que ese apodo había causado un efecto en el chico, pues mordió su labio en un intento fallido de reprimir cualquier sonido que saliera de su boca, y empujó sus dedos tan profundo como pudo en el interior de Suguru, que este perdió el aliento al instante, retorciéndose bajo su cuerpo; los dedos de Suguru eran bastante largos, por lo cual en una sola embestida limpia llegaron a su punto dulce sin si quiera esforzarse demasiado, lo cual le parecía bastante sexy de alguna manera, saber que era la primera vez de ambos, que sus cuerpos encajaban a la perfección.

— Mierda, Satoru.— jadeó.

La sonrisa de aquel se amplió aún más si eso era posible.

— ¿Qué sucede? ¿Es demasiado? — respondió con un tono casi burlón, Suguru hubiera rodado los ojos sino estuviera tan perdido en el placer.

— Cierra la boca y sigue follandome.

Y así lo hizo, se dedicó a observar la escena mientras empujaba sus dedos sin darle descanso alguno, podía notar como su propio miembro comenzaba a gotear y sentirse dolorosamente necesitado de algún toque, por lo menos un roce.

Suguru notó esto, por supuesto, su pene se frotaba constantemente e inevitablemente contra el de Satoru, ambos empujándose por inercia contra el otro cada vez más deseosos por el orgasmo.

Ninguno de los dos estaba seguro si habría penetración, y realmente no lo estaban pensando demasiado, el placer era tan fuerte que incluso pensar era demasiado en el momento.

— ¿Lo puedo meter? — cuestionó Satoru con algo de vergüenza.

— Hazlo.

Respondió sin más, asintiendo nuevamente con esfuerzo, soltando un quejido bastante audible al sentir como sus dedos salían de su interior estrecho justo cuando estaba a punto de correrse. Observó a Satoru tomar un condon que se encontraba bajo su cama; no los usaba, pero siempre tenía unos ahí dada la ocasión repentina que podría suceder en cualquier momento, y Suguru casi sonríe irónicamente.

Cuando estuvo listo, Satoru se empujó lentamente contra el, frunciendo su ceño ante la sensación tan nueva pero tan placentera y caliente, sus caderas se empujaban solas contra el interior de Suguru, el cual soltaba pequeños y débiles gimoteos; le dolía, por supuesto, pero también era una sensación que se asemejaba tanto al placer, casi a punto de alcanzar este, que no podía pensar ni si quiera en detenerlo porque se sentía tan bien a la vez, que solo podía empujar sus caderas abajo cada que embestía.

La pelvis de Satoru comenzó creando un vaivén lento pero profundo, hasta que finalmente se acostumbró a su estrechez, aumentando la rapidez de sus embistes, sosteniendo las caderas de Suguru con tanta fuerza que casi podía jurar que su piel blanquecina comenzaba a tornarse a un rojo suave, que en unos días se formaría  una pequeña marca de los dedos de Satoru.

— Más, dios...por favor.— suplico Suguru, y el contrario se lo dio sin renegar.

Los besos eran hermosos, y se sentían tan satisfactorios, pero esto, era algo completamente diferente, ni si quiera existía comparación alguna para lo que estaban sintiendo, ambos de sus cuerpos se llenaban de espasmos, un poco más cada segundo que pasaba hasta finalmente alcanzar el clímax, casi al mismo tiempo.

— Te amo.

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La Esquina de la Calle 8 • SatosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora