ෂ 19

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"Maybe hating you's the only way it doesn't hurt"

𓆝 𓆟 𓆞

Había tomado una decisión y se suponía que era por su propio bien que lo había hecho todo para no seguir sufriendo y siendo el juego de un hombre que nunca tuvo la intención de hacerlo feliz, de amarlo y respetarlo.

Pero por alguna razón no se sentía feliz, sentía una constante opresión en su pecho y una incomodidad en su cuerpo que no terminaba de comprender del todo.

Quería volver con Jungkook y decirle lo mucho que lo extrañaba, como extrañaba sus pequeños besitos y sus constantes caricias en su brazo cada vez que algo lo estresaba, el como hacía que su Woonie sonriera constantemente y ansiara su regreso.

Y ese era otro tema.

Woonhak en la última semana había estado preguntando sobre el pelinegro, curioseando sobre cuando lo volvería a ver y porque no había ido a sus clases de boxeo, diciéndole que lo extrañaba y quería jugar de nuevo con Jungkook.

¿Pero cómo le decía a su hijo que la persona que más admiraba le había hecho daño?, y no solo eso, sino que había jugado con él y sus sentimientos.

Se sentó en una de las sillas que se encontraban en la cocina a un lado del mesón y miró el sobre blanco coral que había sobre la mesa, brillando por los reflejos del sol que entraban através de la ventana y una incomodidad se instaló en su pecho, apretándolo y haciendo que dejara la taza con té que estaba bebiendo sobre el mármol de la mesa.

Hace un par de semanas Jungkook le había obsequiado un par de entradas para su última competencia en las clasificatorias, se había puesto tan feliz cuando se lo mencionó que terminaron en una sesión de besos en el sillón.

Se sintió tan importante en ese momento, tan iluso pensó que de a poco el pelinegro lo estaba integrando a su vida.

Siguió mirando el sobre por unos segundos más hasta que sintió una presión en su pecho formarse y una incomodidad en su estómago. Se levantó y camino a la habitación de Woonhak, se adentró y se sentó en la cama de una plaza y media con sábanas de dinosaurios.

Tomó entre sus manos uno de los tantos peluches que había en la cama y lo acarició en busca de consuelo, con la esperanza de que por arte de magia el pingüino le hablará y le dijera qué tenía que hacer, cómo tenía que actuar.

Lo miró entre sus manos y con una pequeña sonrisa le habló. — ¿Por qué debe ser tan difícil todo? —Mordió su labio inferior y antes de darse cuenta una lágrima solitaria rodó por su mejilla y cayó sobre su mano, perdiéndose en su piel.
Otra pequeña sonrisa apareció en sus labios. —Te pareces a Jungkookie. —El pingüino era lo bastante grande para tener que tomarlo con ambas manos, en sus alas tenía unos pequeños guantes de boxeo celestes y tenía una capa del mismo color, pero con líneas blancas horizontales.

Se lo llevó a su pecho y lo abrazó con fuerzas, deseando que la suave y peluda piel fuera el cuerpo del pelinegro, sentir su aroma y calidez de nuevo, besar sus labios hasta que quedarán hinchados y poder sentir como la temperatura subía.

Dejó el peluche donde estaba y salió de la habitación de su hijo, yendo a la suya propia cerrando la puerta con seguro y acostándose sobre su cama.

Abrió sus piernas y antes de poder pensar en sus acciones con más detalle llevó su mano a su coño y lo acarició sobre sus panties. Giró su rostro y encontró la chaqueta que hace algunas semanas Jungkook le había prestado, pero nunca se la devolvió. La había encontrado en su clóset y la tiró a su cama con enojo cuando recordó todo lo que había sucedido, ahí se había quedado desde la mañana.

better man ୨୧ kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora