- Yo soy Annette, y ella es Maria, somos amigas de Richter.- Lamento interrumpir las presentaciones, pero creo que deberíamos salir de aquí.- la voz grave de Mizrak los interrumpe- Sé que tal vez no es la mejor idea ahora mismo, pero hay una pequeña ermita a unos pocos kilómetros de aquí donde podemos resguardarnos.
Todos miran al dhampiro, que asiente. El pequeño grupo le recuerda mucho a ellos, no cabe duda de que Richter se parece muchísimo a Trevor. Suspira, ligeramente apenado por el recuerdo.El soldado se pone a la cabeza para guiarlos, mirando de reojo a Maria y preguntándose internamente dónde habrá ido Olrox.
Sacude la cabeza, no puede estar pensando en él, y menos en ese momento. Sabe que lo que ha hecho con él es un pecado horrible aunque, al fin y al cabo, no es tan horrible como los pecados cometidos por el pastor, que acaban de cobrarse la vida de Tera. Todos se mantienen en silencio, y de vez en cuando pueden oír un aullido o un grito de terror que les aprieta el corazón.La ermita es pequeña y oscura, y está rodeada de una neblina blanquecina. Hay algo en ella que le pone a Alucard los pelos de punta, hay un aura extraña rodeándola y un ligero olor a sándalo. Por el rabillo del ojo puede ver fugazmente dos brillantes puntos verdes que los observan desde los árboles. Al cruzar el umbral de la puerta, los invade la extraña sensación de que alguien los observa. Maria se deja caer en las escaleras del altar, súbitamente abatida, abrazada por Annette.
- Os estaba esperando, cazadores.- Una voz femenina los sobresalta.
Al otro lado del altar, a los pies de la cruz, la niebla ha empezado a condensarse, tomando una forma casi humana. Alucard y Mizrak desenvainan sus espadas, alerta, y Belmont saca su látigo, mientras Maria y Anette se alejan rápidamente.
- No temáis, no he venido a haceros daño.
- ¿Quién eres? - grita Richter. Uno de los pájaros invocados por Maria se lanza contra la sombra, atravesándola sin dañarla y aterrizando dócilmente sobre el altar. La forma neblinosa le rasca la cabeza con savidad con lo que parece ser una mano éterea.- Soy Seraphiel, guardiana de los mundos, vigilante del límite entre lo Terrenal y lo Divino. He venido a ayudaros.
La niebla empieza a condensarse, tomando la forma de una mujer de largo pelo oscuro envuelta en una vaporosa túnica plateada.Es una mujer de pelo negro y piel pálida, cadera ancha y brazos y manos fuertes, con unos grandes pendientes dorados que relucen como estrellas. Aunque sus orejas son redondeadas como las de un humano, tiene las pupilas verticales como las de un gato y los ojos grises como las nubes de tormenta. Claramente, se trata de una guerrera, como atestiguan las cicatrices en su piel.
Levanta la cabeza con gesto solemne, haciendo que la cinta dorada que lleva en el pelo refleje la tenue luz de las velas, y abre los brazos, desplegando lentamente sus alas, que se extienden majestuosamente desde su espalda con una envergadura impresionante.
Cada pluma es de un negro intenso, tan oscuro como la medianoche, con destellos de matices violetas y azules que recuerdan a la galaxia. En la parte superior de sus alas, los bordes de las plumas están adornados con delicadas marcas plateadas, que relucen como las estrellas en un cielo despejado.
A medida que la luz incide sobre ellas, crean un efecto mágico, haciendo que parezcan constelaciones en movimiento. Cuando las despliega por completo, parece como si llevara el universo mismo a sus espaldas.De repente, el sonido de múltiples garras arañando las paredes de piedra los sobresalta, mientras tras la ventana se agolpan las sombras de los seres de la noche que intentan entrar. El grupo se repliega, inquieto, mientras las bestias gruñen con rabia.
- Qué pasa? Por qué no entran? - Annette mira a su alrededor, confusa, pero el ser alado mira al techo con solemnidad.
- Za' ecar uniata ba sàh. Éste es un lugar sagrado, los seres que provienen del fuego impuro del infierno no pueden pisarla.
- Pero la Bestia ha podido entrar a la iglesia, y todos sus demonios también.
El pájaro carmesí entona algunas notas, mirando con curiosidad a Seraphiel, que sonríe con tristeza.
- Cuando un ser del infierno puede pisar un terreno sagrado, es porque la Gracia Divina ya no está en él. Vuestro párroco dejó entrar a la Oscuridad, y vuestra iglesia quedó maldita por ello.
- Qué demonios eres tú? - ladra Mizra, claramente ofendido por la insinuación. Los ojos felinos del ser lo miran fijamente, haciendo que el guerrero se encoja, ligeramente asustado.
- Soy Seraphiel, uno de los seres celestiales enviados para ayudaros a luchar contra la Bestia. Soy lo que vosotros llamáis "un arcángel".
* Za' ecar uniata ba sàh.- La gracia divina nos protege.
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La Revolución de la noche eterna
VampireHistoria fan-fiction basada en Castlevania: Nocturno. Hartos de las luchas de poder entre los vampiros, otros seres mágicos han decidido tomar parte en la lucha de Richter Belmont y sus amigos contra Erzsebet Báthory, mientras el horror y la muerte...