5. El guerrero

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- Todavía recuerdo la primera vez que te enfrentaste a él directamente - bromea Uriel mientras avanzan por la intrincada biblioteca- te pegó una buena paliza.
- No me lo recuerdes... - su hermana se rasca la frente, incómoda - Aún no me has perdonado lo de los dinosaurios, verdad?
- Me gustaban los dinosaurios.
- No sé qué gracia les veías, la verdad. Además, si no me hubiera estrellado contra la Tierra no habría aparecido la humanidad - la joven se encoge de hombros, sonriendo.
- Aún te duele la cicatriz?
La joven se quita el peto metálico y se descubre el abdomen, dejando ver una cicatriz rojiza y brillante.
- Me duele sobretodo cuando tengo que ver su cara de engreído repelente. Pero algún día le quitaré la Espada Llameante y se la devolveré.
- Lo sé - el ángel pardo sonríe de nuevo y le da unas palmaditas en el hombro - pero tienes cosas que aprender en el camino.
Seraphiel pone los ojos en blanco antes de echarse a reír.
- Pensaba que los ángeles os llevabais bien entre vosotros - interviene María, que hasta entonces había estado en silencio - según decía mi madre, en la Biblia sois pacíficos enviados de Dios.
- Bueno, tanto como pacíficos... - la ángel de alas negras se encoge de hombros de nuevo.
- Los ángeles se rigen por una jerarquía de poder muy complicada - explica Uriel- no es raro que hayan enfrentamientos cuando hay algún tipo de desencuentro o diferencia de opiniones. Sobretodo si se trata de seres testarudos como Sera y Miguel, de fuertes convicciones y un poder relativamente equiparable. Sólo tienes dos opciones de desafiar a los hermanos mayores: o bien enfrentarte a ellos en una batalla, o bien convertirte en Serafín. A menudo, esas diferencias acaban desembocando en enfrentamientos físicos y guerras como ha pasado con Sekhmet.
- Y puedo saber qué papel ha jugado Drolta en todo ésto? Recuerdo que se presentó como una especie de emisaria de Erzebet - pregunta Mizrak.
- Oh, sí, Drolta. Drolta era una sacerdotisa de Sekhmet, hace cientos de años. Cuando la diosa fue derrotada, su culto decayó, y su templo fue arrasado por los humanos que deseaban venganza por lo ocurrido. Drolta hizo un pacto con la Oscuridad para intentar impedirlo, pero los sacerdotes de Ra ordenaron su ejecución. Justo antes de morir, Drolta prometió venganza, y juró que la diosa resurgiría para acabar con aquellos que la humillaron. Por lo que sabemos, una joven de algún lugar del Este fue ofrecida como sacrificio a la Oscuridad, y fue poseída por el espíritu de Drolta entre 1487 y 1556. Fue entonces cuando el demonio consiguió llegar hasta Erzebeth, con el propósito de convertir a la recién nacida condesa en la reencarnación de su señora, utilizando magia negra.
- Y lo de tragarse el sol?
- Oh, eso no es más que una pataleta de niña malcriada. Apophis es fácil de convencer cuando se trata de enfrentarse a Ra.
- Como podéis ver, a Seraphiel nunca le cayó muy bien Sekhmet... - bromea Uriel.
- Dónde está Rafael, hermano? Y mis hermanas?
- Rafael está creando un campo de entrenamiento seguro para los humanos, Sera. Tus hermanas han ido a buscar apoyos entre los dioses que se encuentran en la Tierra ahora. Se unirán a nosotros dentro de poco.
- Genial, echo de menos a Cassiel y Haniel.
- La Trinidad. La pobre Sekhmet no sabe a lo que se enfrenta. - Uriel ríe discretamente, mientras su hermana sacude las alas con alegría- También Auriel y Ariel están aquí.
- Oh, eso me gusta, estoy deseando entrenar con ellos de nuevo.
- Paciencia, pequeña, cada cosa a su tiempo.
Finalmente llegan a una habitación cerrada con una densa puerta de lo que parece ser acero de damasco, donde hay una especie de portal redondo, que brilla con una intensa luz de color azul eléctrico.
- Adelante, Rafael os espera. Ahí estaréis a salvo.
- Vamos a quedarnos aquí escondidos mientras esa Bestia campa a sus anchas!?
Annette parece indignada ante la idea. María y Richter también parecen dudar por un momento, mientras Mizrak se limita a observar todo con sus inquisidores ojos oscuros, Seraphiel supone que por estar acostumbrado a cumplir órdenes por su condición de soldado.
- No os estáis escondiendo, Annette - la chica parece sorprendida por que Uriel conozca su nombre- habéis venido a entrenar hasta que seáis lo suficientemente fuertes y hábiles como para enfrentaros a ella con una cierta garantía de supervivencia.
- Tienen razón, no seremos capaces de derrotarla con nuestro poder actual -media Mizrak, en tono conciliador- debemos prepararnos para la batalla y encontrar apoyos que puedan ayudarnos.
Tras dudarlo unos segundos, Richter asiente y atraviesa el portal, seguido por María y, tras unos segundos, por Annette y Mizrak. Cerrando la comitiva se encuentra el trio de inmortales, que observan con asombro un enorme prado verde, iluminado por la luz de dos soles gemelos y rodeado por un frondoso bosque. A lo largo del prado, una exhibición de armas y casi medio centenar de hombres y mujeres con alas grisáceas vestidos con armaduras relucientes.
Frente a ellos se sitúa un ángel de grandes alas de color verde jade, con una armadura de bronce con detalles dorados. Es un hombre alto y musculoso, de espalda ancha y pelo liso castaño hasta los hombros. Tiene unos rasgos marcados y armónicos, y los ojos verdes, observadores y analíticos como los de un tigre.
- Rafael, hermano, gracias por venir.
Seraphiel se acerca a él con una gran sonrisa, aunque el hombre es bastante más alto y fuerte que ella, le devuelve la misma expresión.
- Hermanita, no podía perder la ocasión de entrenarte de nuevo.
- Frasasa, éstos son los humanos que han de enfrentarse a Sekhmet, y el hijo medio humano de Drácula, Alucard.
El ángel guerrero les saluda con un gesto de cabeza.
- Os enseñaré el campo de entrenamiento y empezaremos tan pronto como estéis listos. No debéis de preocuparos por el tiempo aquí, es una dimensión diferente creada por Seraphiel para vosotros, y nosotros nos encargaremos de proporcionaros el descanso, la comida, las armas y las armaduras que necesitéis, y de curaros las heridas si fuera necesario. Aquí estáis a salvo, los seres de la noche y los vampiros no pueden encontraros. Así que sólo debéis de concentraros en entrenar, luchar y mejorar vuestras habilidades. Estáis preparados?
El grupo asiente al unisono con decisión.

La Revolución de la noche eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora