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—Oh Dios...— Gime el ojiverde tras de mí.

—Sigue, hmm.— Jadeo posicionada en cuatro sobre la cama.

Soy una mujer soltera de veintiún años a la cual nunca toman en serio para una relación, o la dejan por otra persona. Está bien, quiero decir, ya me acostumbré. Soy lo suficientemente reemplazable, de hecho siempre que me terminan a los meses acaban encontrando al amor de sus vidas, así que soy como un amuleto de la suerte.

Lástima que a mí nunca me
va bien en el amor.

Eren sostiene mis caderas para continuar penetrándome cada vez más rápido, el placer es algo con lo que se puede suplantar el amor. Llena un vacío afectivo aunque sea por unos instantes, se siente bien mientras dura y me embriagan los halagos en el acto.

—Estás tan jodidamente buena.— Dice Eren tras de mí, bajando su mano por mi espalda hasta llegar a mi cabello.

Sí, como esas.

—¿S-sí?— Pregunto mirándolo por encima de mi hombro.

—Por supuesto, bebé.— Entreabro mis labios soltando otro gemido.

Eso es, continúa diciéndome que soy bonita aunque no me la crea, que te fascina mi cuerpo aunque a mí me parezca horrible, que tus ojos aman arrastrar su iris por mi piel. Sigue diciéndome palabras bonitas aún si son falsas sólo para obtener algo a cambio, aunque no desees mi corazón. Ese es mi verdadero placer, la droga que me mantiene ida de mi realidad donde nadie me quiere para algo serio.

—A-ah, Eren...— Aprieto las sábanas bajo de mí y cierro los ojos. —Sigue, me gusta...—

Si le dices a un hombre que es la quinta maravilla del mundo, siempre volverá a ti. Mientras más lo endioses y tengas reluciente su pedestal donde lo pones, querrá quedarse, o por lo menos lo hará hasta que lo bajes de ahí. A ellos les gusta sentirte grandes, imponentes, dominantes, ¿quién mejor que yo que necesito su aprobación para darles su sueño de cinco minutos sobre ser "el hombre"?.

—Dios...— Lo escucho gemir de forma ronca, al borde del orgasmo.

Mi estrategia para que me den atención es una mierda, no hace falta poner en un pedestal a alguien sólo para que se quede a tu lado, ¿pero qué más puedo hacer?. No soy la mujer que los chicos quieren como novia, tampoco soy lo suficientemente hermosa, delgada o inteligente, ni siquiera tengo algo interesante. Soy un intermedio para todo, ¿buscas a alguien con quién pasar el rato pero sin compromiso? ¡claro, para eso está Ro!, ¿quieres a alguien que se conforme con poco sólo para sentirse bien unos minutos? ¡seguro, Ro acepta eso!.

Siempre soy la mujer de un rato.
Nunca la de un para siempre.

—A-ah, ¡ah!— Lágrimas de placer y tristeza salen de mis ojos, mis piernas tiemblan y mi corazón duelo.

Segundos después llego al clímax ahogando mis gemidos contra la almohada hasta que Eren también llega, dejando las últimas estocadas para luego salir de mi interior.

—Mierda, eso fue buenísimo.— Comenta quitándose el condón, tirándolo en el pequeño bote de basura en mi habitación.

Yo me acuesto de lado sobre la cama tratando de normalizar mi respiración, dándole la espalda a Eren. Últimamente me he sentido más sola de lo usual, quisiera que alguien me amara en serio, de una forma sincera sin necesidad de hacer esto. No es culpa de Eren ni de ningún otro chico que yo esté hecha, y que mi corazón esté roto sin la necesidad de que alguien lo haya destrozado. El ojiverde se va a recostar a mi lado por unos instantes hasta recuperar el aliento, se quedará fumando un poco, después se pondrá la ropa y se irá. Probablemente tome un vaso con agua o vaya al baño en medio de esos pasos, pero siempre es lo mismo. No es que me moleste, como dije antes, no siento nada amoroso hacia él ni ninguna otra persona, pero a veces quisiera afecto.

new romantics | jean kirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora