Defensa en el Pasillo

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Esa noche Arthur, llegó a su vivienda después de una larga jornada de trabajo; una modesta morada de estilo victoriano con carcomidas ripias en el tejado, la pintura gastada, descascarada; y un césped reseco que parecía haber sido testigo de incontables tormentas y penurias a lo largo de los años. La madera crujía bajo sus pies al acercarse a la puerta principal y las ventanas, cubiertas de polvo y telarañas, no dejaban pasar ni un rayo de luz. Más allá de la casa no había nada... excepto un cementerio.

—Buenas noches, mamá. Ya estoy en casa. —Arthur se dirigió directamente a su dormitorio y se tendió en su cama a descansar un rato, mirando fijamente el techo, no podía dejar de pensar en el amable Michael Saint, en su bondadosa sonrisa, en sus negros y brillantes ojos, y en sus cálidas manos. «Es como un ángel», se dijo a sí mismo.

Al llegar al colegio la mañana siguiente, Michael y Claire, se encontraron con Chuck Flynn y su pandilla molestando a los hermanos Greene en uno de los corredores de la escuela: Hans y Gretchen. Ambos jovencitos eran tímidos y retraídos, sobre todo Hans, lo que daba pie a rumores sobre su orientación sexual, y lo hacía blanco de matones como Chuck. Michael, al ver cómo intentaba golpear Hans, se enfureció y encaró al insidioso estudiante.

—¡Déjalo tranquilo, Flynn!

—Vaya, ya llegó Michael Saint, el defensor de los raritos.

—Deja de molestarlos, no te hacen nada.

—¿O si no, que? ¿Crees que podrías con nosotros, idiota?

—Sabes muy bien que podría barrer el piso con ustedes tres ahora mismo.

Uno de los amigos de Chuck, lleno de confianza en su fuerza, avanzó decidido hacia Michael. Lanzó un puñetazo que, para sorpresa de todos, Michael esquivó con agilidad. En un abrir y cerrar de ojos, el joven se vio desequilibrado, sus pies se enredaron y cayó al suelo víctima de la eficaz zancadilla de Michael. En ese momento Chuck lanzó un puñetazo a Michael quien se movió con rapidez, extendió su mano, aferrando con firmeza el brazo del matón. Antes de que este pudiera reaccionar, Michael giró su cuerpo y ejecutó una llave maestra. Con un movimiento fluido y controlado, arrojó a Chuck contra la pared. El último de los matones quiso atacar a Michael por la espalda, pero su puño fue detenido por Vicky, quien apareció en ese instante.

—¡Tres contra uno no me parece justo! su voz resonó en el pasillo.

El amigo de Chuck luchó por liberar su mano, pero el agarre de Vicky era implacable. Mientras tanto, Michael no aflojó su control sobre Chuck. Sin soltarlo, le habló con una voz clara y contundente advirtiéndole:

—Fuera de aquí y no los quiero ver molestando a estos chicos, ni a nadie más.

Chuck, con su orgullo claramente herido, asintió con la cabeza. Vicky soltó al otro matón, permitiéndole retroceder mientras se frotaba la mano adolorida. Toda la pandilla se alejó, no sin antes amenazar a Michael.

—¡Están locos!¡Pero esta me la cobraré, Saint!¡Acabas de cavar tu propia tumba! —gritó Chuck.

—¿Están bien, chicos? —preguntó Claire acercándose a los hermanos Greene.

Los tímidos hermanos solo asintieron nerviosos con sus cabezas, a lo que Vicky señaló:

—¡Hey! No dejen que nadie los moleste, ni les diga algo que los haga sentir mal, ¿está bien?

—Descuiden, ese idiota de Flynn y sus amigotes, no molestarán más. —Añadió Michael con una amistosa sonrisa.

—Gracias por cubrirme la espalda, Vicky.

—Para eso estamos, ¿nos vamos a clases?

EL SECUESTRO DE MICHAELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora