Decisiones y Desafíos

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El otoño había teñido los árboles de Springbrook con tonos cálidos y dorados, y su influjo se hacía evidente en los días que se hacían más cortos. En Fenice High School, el comienzo del nuevo año escolar inyectó emoción en los pasillos, donde la alegría y las conversaciones animadas dominaban. Los estudiantes, ansiosos y con carpetas en mano, se reunieron frente al mural que exhibía las academias disponibles. Cada una prometía un sinfín de posibilidades, y la decisión se convertía en un misterio emocionante entre todo el alboroto colegial. Durante el recreo, Vicky Avalon se detuvo con emoción frente al mural. Quería unirse a algo que realmente la apasionara, estaba dividida entre dos opciones: el equipo de porristas y la academia de gimnasia. Mientras leía la información en el boletín, se le acercaron sus amigos: Michael, Claire y Brandon, todos ellos entusiasmados por unirse a una de esas academias.

— ¿Ya decidiste en que academia quieres participar, Vicky? —preguntó Michael

—Me encantaría, pero aún no estoy segura. ¿Ustedes se anotarán en alguna academia?

Michael, un atleta nato, sopesaba si inscribirse en la academia de baloncesto o regresar al equipo de natación, donde había estado antes. Brandon, un apasionado de los juegos, se debatía entre el club de juegos de rol y la oportunidad de unirse a una academia deportiva como la de natación o baloncesto. Claire, con su interés en lo paranormal y la tecnología, consideraba unirse a la academia de fenómenos paranormales o a la de informática. En el otro extremo del pasillo, Rachel apareció y se acercó a Vicky y sus amigos. Les dio un breve saludo y comenzó a leer el boletín. Claire le preguntó si tenía intenciones de unirse a alguna academia, a lo que ella respondió con seguridad que sin duda se sumaría al equipo de porristas. Rachel era una de las porristas más destacadas y competitivas de la escuela, estaba decidida a seguir siendo parte de su equipo y mantener la posición que había construido a lo largo de los años.

—¿Y no has pensado en unirte también a la academia de fenómenos paranormales? —preguntó Claire inocentemente.

—¡Ugh! —replicó Rachel haciendo una muesca de hartazgo y se alejó sin decir más.

Los chicos se largaron a reír a lo que Claire solo atinó a señalar confundida:

—¿Qué? No lo dije con la intención de molestarla. A propósito, Michael, sé que no lo necesitas, pero ten esto. Es para que te vaya bien ahora que decidas entrar en alguna academia. —Claire le entregó un amuleto de la suerte, una pulsera de cuerda roja de 7 nudos y lo ató alrededor de su muñeca derecha.

—Muchísimas gracias, pequeña. Nunca está de más algo de buena suerte extra —expresó Michael mientras acariciaba tiernamente la cabeza de su amiga.

Reunidos frente al mural, los amigos intercambiaban sus pensamientos sobre las actividades que planeaban elegir. La charla fluía de manera animada, acompañada de risas. En ese momento, un grupo de chicos se acercó para revisar el mural también. Eran tres jóvenes de gran estatura y complexión, miembros del equipo de baloncesto. El líder del trío, Chuck Flynn, sorprendió a todos al lanzarle inesperada y bruscamente un balón a Michael.

—¡Oye Saint, espero que este año te decidas a unirte a nuestro equipo, y dejes de andar con los perdedores!

Michael demostró reflejos excepcionales al atrapar el balón y, con una mirada desafiante, replicó: —Tienes razón, no me gusta estar con perdedores, por eso no me he unido a ustedes—. Acto seguido, lanzó el balón de regreso con tanta fuerza que hizo retroceder a Chuck cuando lo atrapó.

Lo que los jóvenes no sabían era que estaban siendo observados desde el patio por el conserje, mientras barría las hojas del suelo. Ese hombre había llegado al colegio hace unas pocas semanas, tomando el lugar del conserje anterior que había desaparecido en circunstancias misteriosas, sumándose así a los diversos casos de personas extraviadas en Springbrook.

Chuck Flynn y sus amigos se alejaron ofuscados y molestos por la respuesta de Michael quien a veces exhibía una naturaleza dual alternando entre dos facetas de su personalidad. Por un lado, se manifestaba como un amigo protector incluso, cariñoso, caracterizado por su gentileza y benevolencia. Siempre dispuesto a cuidar y defender a quienes lo rodean. Sin embargo, en su contraparte, emergía como un chico impulsivo y desafiante. En esos momentos, podía mostrar una actitud más aguda y contestataria, expresando sus pensamientos y emociones con franqueza y sin reticencias.

Al abandonar el lugar, Chuck y sus amigos pasaron junto al conserje, empujándolo hacia un lado y haciendo que su carrito con utensilios de aseo se volcara, estallando de la risa. Luego, Chuck se acercó al conserje con la intención de ayudar a recoger sus pertenencias. Tomó el trapeador y se lo ofreció, pero en lugar de entregarlo le sonrió de manera burlona y lanzó el trapeador aún más lejos. Después, corrió para alcanzar a sus amigos, que se alejaban velozmente.

Michael se había percatado de lo sucedido, y decidió darle una mano al humilde hombre que recogía sus útiles de trabajo desparramados.

—¡Imbéciles, ya verán, nos encontraremos de nuevo! —gritó Michael molesto— No se preocupe, yo le ayudo a recoger este tiradero.

El conserje muy nervioso solo atinaba a recoger sus cosas, pero Michael le ayudó y sonrió amigablemente. Al terminar de pasarle una última escobilla, el tipo le tomó la mano sintiendo su suavidad y calidez.

—Muchas gracias, muchacho. Eres muy gentil.

El joven se sintió algo incómodo al sentir que el hombre tomaba su mano, y con una sonrisa nerviosa se despidió y volvió con sus amigos.

—Deberíamos hablar con alguien sobre lo que sucedió. —Sugirió Vicky—. ¿El conserje está bien?

—Sí, por fortuna está bien. Le ayudé a recoger sus cosas y se fue. Pero Chuck no va a olvidar esto. —Dijo Michael con una mirada determinada.

Claire notó que el hombre seguía mirando insistentemente a su amigo y señaló:

—Mmm... no lo sé. A mí no me da buena espina ese señor.

—¡Vamos, Claire! No discrimines a la gente. Es un tipo humilde.

—No es eso. Tiene algo que no me gusta.

En ese instante, apareció la directora, la señora Kingsley.

—Señor Simmons, cuando termine aquí, necesito que limpie mi oficina de inmediato, por favor.

—Por supuesto, señora. De inmediato iré. —contestó el conserje fijando su mirada fría y penetrante en Michael, quien salía del colegio junto a sus amigos.

EL SECUESTRO DE MICHAELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora