✧───🌻°||Flor de Girasol||°🌻───✧

Capítulo II

-Es todo por hoy, guarden sus cosas y vallan a recreo/receso-.

El profesor de arte guardó sus cosas y caminó a la puerta sin apartar la mirada de Zenitsu que se encontraba pintando todavía.

Uzui se dirigió al salón de profesores con su comida en la mano.

Sin necesidad de entrar, el gusto por la comida de uno de los profesores ¿se escuchaba?.

-¡¡UMAI!! -gritaba después de cada bocado-.

-Por favor Rengoku, ya nos quedó claro que te gusta comer -habló la profesora Shinobu-.

-Hola, llegué -tomó asiento el albino- ¿y tomioka?-.

-Por Dios, preguntas por él y no por mi?!-.

-Pero si tú ya estás aquí shinobu-.

-Yo creo tener una idea -se sentó el profesor de lentes-.

-¡Cuenta! -dijo emocionada shinobu-.

-Lo vi con Tanjiro entrando a uno de los salones vacíos hace un momento-.

-¿Otra vez hizo algo el joven Kamado?-.

-Enserio tomioka -se dio un golpe en la frente-.

-Haran que lo saquen por hacer esas cosas-.

-¿A qué cosas te refieres Tengen?-.

-Presta atención Kyojuro, Tomioka no estaba castigando a su alumno-.

-Ahh ¿entonces le estaba aconsejando?-.

-¡No puede ser posible! -dijo irritada-.

-Por cierto Uzui, ¿Por qué mandaste a Inosuke conmigo?-.

-Estaba leyendo los expedientes de los alumnos, ¿y él es el problemático no?

-Si, lo es -se sacó los lentes para limpiarlos-.

-Pues se comporta peor en persona -frunció el ceño- puso los pies en el pupitre y no saludó correctamente-.

-Comprendo -sacó un tenedor-.

-Ya deberían comer que ya está por terminar el tiempo -mencionó Rengoku-.

Los profesores comieron lo más rápido posible para regresar a trabajar, que dura es la vida de un profesor de secundaria, y Tomioka lo sabe.

En el salón de 2do

-¡Lo digo enserio! ¡Estaba actuando muy raro conmigo!-.

-¿Estás seguro inosuke?, quizás lo malinterpretaste -dijo el rubio-.

-¡¿Y dónde está Gompanchiro?!-.

-¡Se llama Tanjiro! Y fue al baño hace media hora-.

-¿Ya se tardó mucho no? -mencionó Nezuko-.

-Si, ahí viene-.

Tanjiro pasó al salón con la corbata mal puesta, y sin los aretes de siempre.

-Hola, ya volví -se sentó y guardó silencio-.

-¡¡Buenas tardes jóvenes!! -saludó con entusiasmo-.

-Buenas tardes profesor Rengoku -hablaron todos poniéndose de pie-.

-¡Buenas tardes joven Hashibira! -dijo con el mismo entusiasmo-.