Kamila
Después de que el cavernícola de mi primo me llevase a la fuerza hacia mi nueva habitación, me ordenó que me metiese a la ducha. Luego del baño reparador de veinte minutos salgo envuelta en una toalla dispuesta a buscar algo para ponerme. Pego un grito debido al susto que me ocasiona ver la espalda de un hombre junto a mi cama pero me calmo al ver que solo es Damon.
─¿Por qué mierda gritas?
─Me asustaste, idiota. ¡Y volteate no ves que estoy casi desnuda!. ─le reclamo agarrando bien la toalla para que ni piense en caerse.
─No tienes nada que no haya visto antes, monjita. ─idiota. ─Ponte eso. ─me ordena señalando un vestido rojo con escote levemente pronunciado y unos tacones negros. Demás está decir que nada de eso salió de mi armario.
─Pero yo...
─Shh. ─me chista. ─Me tomé la libertad de escoger la ropa por tí porque al parecer solo tienes ropa decente. Apresúrate, ya vamos tarde. Iré a hacer lo mismo con la otra que parece tener el mismo gusto horrendo que tú. ─se da la vuelta dispuesto a marcharse pero se detiene en seco y se voltea nuevamente hacia mí, mirándome con los ojos entrecerrados. ─Y te advierto que si te pones algo que no sea eso te llevaré al club en pelotas.
Sin dejarme alguna oportunidad de réplica sale de la habitación y, resignada, comienzo a vestirme con lo que me trajo. Decido ponerme algo de maquillaje y después de mucho pensarlo opto por pintar mis labios de un rojo intenso.
Bueno, al menos no parezco un payaso.
Ya lista bajo al salon donde Christina y el insoportable me esperan. El vestido de Christie también es ajustado, de color blanco y con mangas largas. Damon viste completamente de negro y su atuendo incluye una chaqueta de cuero del mismo color.
─No las esperes despierto, no pienso traértelas a media noche. ─habla el idiota, dirigiéndose a mi padre.
─Tú solo procura que no le pasa nada a ninguna o esa cara de niño bonito quedará arruinada para siempre.
Sin más que decir nos despedimos de papá y abordamos el auto de Damon rumbo al Infierno. Una vez en el club me encuentro pasmada ante lo que ven mis ojos. Demás está decir que jamás en mi vida había estado en un lugar como este, en España solo salía con Christopher a cenar o con Christe a algún café. El ambiente del lugar se me antoja algo tóxico, hay gente bebiendo, bailando y toqueteándose mientras el humo de los cigarros inunda mis fosas nasales.
No nos detenemos ahí, caminamos hacia un lugar más privado, la zona VIP y allí es donde se encuentra el famoso equipo del cual formaré parte y al que Damon nos presenta con flojera.
Sin contar a mi primo son tres chicos y dos chicas; una de ellas es pelinegra, de ojos marrones y nos mira a todos con cara de culo, su nombre es Lydia. La otra, a diferencia de la anterior, nos sonríe con simpatía, es rubia ─aunque no natural─ de ojos verdes, se llama Daniela, es la hermana de Damon, mi prima, y, al igual que Lydia, tiene veintiún años. Alex, uno de los chicos, rubio, ojiazul y muchos tatuajes en sus brazos, se encuentra con Daniela sentada en sus piernas, por lo que asumo que son novios o algo así. A su lado se encuentra Dylan, el cual perece ser el más simpático de todos; pelinegro, y, a diferencia de los demás chicos, no encuentro rastro alguno de tinta en su cuerpo. Luego está Seth, es el que más pinta de malo tiene, su pelo es castaño oscuro y varios piercings adornan su nariz, labio inferior y orejas. Todos ellos tienen la misma edad que mi primo Damon: veintitres años.
No sé en que momento pasó pero no llevábamos ni media hora en el club cuando ya Christina estaba borracha como una cuba. Intenta sacarme a bailar por sexta vez y no me queda más remedio que aceptar al darme cuenta que no parará hasta conseguir lo que quiere. Por el rabillo del ojo veo a Damon caminar de la mano con una chica; algo pica detro de mí y con la mirada sigo sus pasos hasta que los veo cruzar el umbral de una puerta a unos metro de donde me encuentro y antes de que cierren la puerta veo como ella lo besa y él le corresponde.
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Imperio de mentiras
ActionKamila era una chica normal, la típica princesa de papi, rica, dulce, amable y con un corazón de pollo incapaz de soportar el sufrimiento ajeno, cuando de repente su vida da un giro de 180 grados; todo lo que conocía era una bien elaborada mentira p...