CAPÍTULO 9

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Kamila

La brisa que entra por la ventanilla del auto mueve mis cabellos mientras mi mente viaja a lo ocurrido en las últimas horas; me encuentro de camino al aeródromo privado de la familia, desde allí Damon y yo tomaremos el avión privado de Ernesto rumbo a Rusia. Aún no lo perdono, ni siquiera estoy segura de que algún día pueda llegar a hacerlo.

Eran a penas las 10 de la mañana cuando llegamos a la pista y al bajar del auto nos vemos sumidos en un desértico silencio. Todo se siente tan sospechoso que automáticamente sacamos nuestras armas y caminamos dentro del avión revisando cada rincón, avanzamos entre los asientos hasta que algo llama mi atención: una mancha de sangre en una de las paredes aledañas al baño. Con miedo y curiosidad abro la puerta y ahogo un grito que muere en mis dedos cuando yo misma me cubro la boca al ver la horrible escena. La azafata yace inerte en el suelo, sobre un charco de sangre la cual brota de un enorme corte horizontal en su cuello, con su espalda apoyada en la pared y los ojos abiertos.

Damon y Ernesto no tardan en unirse a mí y quedan paralizados al ver la escena, aunque no precisamente porque les cause terror verla, sino porque eso solo significa una cosa...

─La encontró. ─habla Ernesto, preocupado, mientras Damon maldice por lo bajo.

Caminamos hacia la cabina y lo que encontramos no es muy diferente a lo que hallamos en el baño; ambos, piloto y copiloto, yacen sin vida sobre la consola. De repente comienzan a escucharse disparos provenientes de fuera, Damon saca su móvil y pide refuerzos, esto claramente es una emboscada.

─Quédate aquí. ─noto que me hablan pero el shock me tiene tan sumergida en la escena frente a mis ojos que las voces se escuchan tan distantes y solo noto que se han ido cuando escucho el estruendo de la puerta de la cabina cerrarse.

Estupendo, acaban de dejarme sola con dos cadáveres.

Definitivamente no planeo quedarme aquí, a pesar de haber peleado con Ernesto jamás me lo perdonaría si a él o a Damon le hiciesen daño por mi culpa, después de todo es a mí a quien buscan; pero cuando estoy a punto de agarrar el picaporte noto como este se mueve. La puerta se abre lentamente, dejándole el paso libre a un tipo que me dobla en tamaño y peso. Reacciono al sentir un golpe en el estómago que me saca todo el aire, el hijo de perra me acaba de golpear.

Me apoyo en el respaldar del asiento en un vano intento por recuperar el aliento pero el mastodonte me agarra con fuerza del cabello. Le lanzo un codazo en el rostro pero con eso solo consigo que me empuje con fuerza contra la pared, enseguida me volteo y estampo mi rodilla contra sus bolas, cae de rodillas al suelo por el dolor y aprovecho eso para salir corriedo fuera de allí.

Prácticamente vuelo por entre los asientos, miro hacia atrás para ver si me sigue y antes de poder volver a mirar hacia adelante choco contra el duro cuerpo de alguien, su cuerpo. Intento golpearlo pero agarra mi mano en el aire e impacta su mano contra mi mejilla. A la fuerza me saca del avión y una vez fuera veo que los refuerzos que Damon pidió no son suficientes, estamos completamente rodeados.

─Miren a quien encontré escondida en la cabina. ─el tipo me lanza sobre el asfalto y caigo junto a un cadáver ensangrentado.

Disimuladamente tomo una pistola que hay junto al muerto y le disparo al mastodonte en la pierna. Damon y Ernesto no logran liberarse de sus captores, la pistola ya no tiene balas y corro hacia ellos con la intención de ayudarlos a liberarse pero me detengo en seco al sentir el cañon caliente de una pistola en mi sien.

─Déjame adivinar. Edward, ¿cierto?. ─ni siquiera me molesto en ocultar la repulsión que me causa el simple hecho de mencionar su nombre. Desliza su arma por todo el contorno de mi rostro, posicionándola finalmente entre mis cejas.

Imperio de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora