Damon
Desde lo ocurrido esa noche en el club me la paso bebiendo más de lo normal, y es que no importa cuantas chicas pasen por mi cama, ninguna logra sacar de mi cabeza el recuerdo de ese beso.
Lydia entra en mi habitación sin llamar pero ni siquiera me molesto en reclamarle, tan solo vuelvo a empinarme la botella y dejo que el líquido resbale por las comisuras de mi boca.
─Veo que sigues bebiendo. ─me reprocha adentrándose en mi habitación como Pedro por su casa, y es que al ser mi mejor amiga puede tomarse ciertas libertades que otros no.
─No es tu problema.
─Claro que es mi problema. ¿Qué es lo que te tiene pegado a esa maldita botella, Damon?.
─¿Qué más da?. ─zanjo, recostándome sobre la cama.
─Tal ves yo pueda hacer algo para ayudarte. ─ronronea acomodándose a horcajadas sobre mi regazo.
Comienza a frotarse contra mi miembro y la dejo hacer, en estos momentos necesito algo que me saque de la cabeza a esa maldita monja mimada. La boca de Lydia busca la mia, el beso es descontrolado y salvaje, todo lo contrario al de aquella noche en el club con... ¡Mierda! ¡¿Por qué diablos no puedo sacarla de mi cabeza como hago con todas?!.
Cierto, ella no es como todas.
En un abrir y cerrar de ojos nos deshacemos de toda la ropa que nos estorba y ella deja un camino de besos húmedos desde mi mandíbula hasta mi pelvis. Veo como sus labios envuelven mi miembro lentamente y ya no veo a la sexy pelinegra delante de mi, sino a una carita angelical de cabello marrón y ojos grises. Así se ve tan perversa e inocente que no puedo evitar que su nombre se escape de mis labios en un gemido.
─Mierda, Kamila. ─Lydia se detiene y es justo cuando me doy cuenta que la he cagado en grande.
─¿Perdona? ─suelta claramente indignada y siento como aprieta la mano con la que sujeta mi pene. Abro la boca para hablar a pesar de que no se qué demonios decir pero ella alza su mano libre para que no diga una palabra. ─No, no digas nada, no es necesario, ya he entendido todo.
─Lo siento, yo...
─¿En que demonios estás pensando?. Mira que follarte a tu prima sobrepasa lo retorcido.
─No me he follado a nadie, Lydia.
─¡Entonces por qué diablos gimes su nombre cuando soy yo quien te está dando placer!. ─su agarre en mi miembro se hace más fuerte, al punto que resulta doloroso.
─¡Lydia que me vas a exprimir la polla, carajo!.
─Debería por ser tan gilipollas. ─reclama saltándome, ya no queda nada de la calentura que ambos teníamos hace un rato.
─Lo siento, pero no puedo sacármela de la cabeza.
─Necesitas terapia. Aún no entiendo que le ves. ─me reprocha y suelto un bufido.
─Todo, joder. Su pelo, sus, ojos, su aroma, su maldita forma de ser... ¡Todo! ─su mirada decae, sé que le gusto y que le estoy haciendo daño con mis palabras pero siempre he sido claros sobre mis sentimientos hacia ella, la quiero pero como amiga, no de otra forma.
Noto como sus ojos comienzan a cristalizarse pero reprime las lágrimas y comienza a vestirse con rapidez.
─Recapacita Damon, ella no es para ti. ─y se marcha dando un portazo.
☆☆☆
Kamila
Bajo el agua de la ducha no puedo evitar pensar en Damon, por alguna razón me siento muy atraída por él, por su carácter frío e insoportable; no puedo evitar sentirme segura a su lado, como si su cuerpo fuera un refugio hecho solo para mí. ¿Será que estoy sintiendo algo por él?.
ESTÁS LEYENDO
Imperio de mentiras
ActionKamila era una chica normal, la típica princesa de papi, rica, dulce, amable y con un corazón de pollo incapaz de soportar el sufrimiento ajeno, cuando de repente su vida da un giro de 180 grados; todo lo que conocía era una bien elaborada mentira p...