Kim Namjoon se encuentra al mando de la mafia más poderosa en todo el territorio surcoreano. A pesar de su juventud, logró posicionar su clan en la cúspide del inframundo criminal. Su notable destreza en el liderazgo garantizó que la jerarquía de lo...
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El tiempo transcurrió entre conversaciones y risas, sin que ninguno de los dos se diera cuenta. La atmósfera en el invernadero resultaba extremadamente placentera, y ambos disfrutaban demasiado la compañía del otro. En ese instante, se sentían como dos jóvenes comunes; Taehyung no era el hermano menor del mafioso Kim Namjoon, y Jungkook no ostentaba su posición como líder de un poderoso clan.
Por un breve momento, la carga del mundo pareció desvanecerse. El invernadero se convirtió en un refugio para ambos. Taehyung anhelaba sinceramente que ese instante pudiera extenderse, permitiéndole seguir admirando la sonrisa de Jungkook.
—Deberíamos volver, está empezando a bajar la temperatura. No quisiera que te resfríes —dijo el mafioso de repente. —Además, ya nos hemos pasado de la hora del almuerzo, debes comer adecuadamente.
La preocupación de Jungkook era genuina, Taehyung pudo notarlo. A pesar de conmoverse ante ese gesto, una parte de él se vio sumida en una tristeza profunda. La mera idea de tener que regresar a la realidad, aquella de la cual ambos anhelaban escapar, le resultaba abrumadora.
—Oh, la estaba pasando bien contigo que ni siquiera lo noté. De acuerdo, volvamos —concedió el menor, esbozando una sonrisa forzada, algo que Jungkook notó de inmediato.
Con una sonrisa sutil, se aproximó a Taehyung y suavemente deslizó su mano por uno de sus mechones, acomodándolo delicadamente detrás de su oreja. El menor le observó con curiosidad, esperando lo que fuera a decir.
—Almorcemos juntos —propuso, manteniendo su sonrisa, lo que provocó que los ojos del castaño se iluminaran de emoción al asentir.
Ambos se pusieron de pie, listos para abandonar el invernadero. Jungkook agarró la mano de Taehyung sin titubear, y este sintió cómo su corazón se aceleraba ante ese gesto. Se preguntó cuándo había llegado a sentirse tan natural su contacto, y aunque le generaba un poco de nerviosismo, la inmensa felicidad que experimentaba era más intensa.
Salieron del lugar y, rápidamente, avistaron a Seokjin, quien aún esperaba afuera por el menor tal como había dicho. En cuanto Jungkook lo divisó, detuvo su paso.
—Permíteme un momento, Taehyung. Necesito matar a este imbécil —declaró con molestia, soltando al menor para dirigirse directamente hacia el otro.
Taehyung experimentó una ligera inquietud, percibiendo la seriedad en su tono de voz. Mientras Seokjin observaba cómo se acercaba con evidente molestia, retrocedió entre risas nerviosas.
—No seas malagradecido, Jeon. Te hice un favor —dijo, con una amplia sonrisa en su rostro.
—Nadie pidió tu ayuda, idiota —masculló con molestia, alcanzando finalmente a Seokjin y enlazando su brazo alrededor del cuello del otro, formando un gancho.
Observar la serenidad en el rostro de Seokjin le indicó a Taehyung que Jungkook simplemente estaba bromeando. La situación le resultó excepcionalmente peculiar, y no pudo contener la risa. No era común presenciar a dos mafiosos comportándose de manera tan infantil.
