Oscuro

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Chuuya se sentía muy nervioso ¿Que debería decir? Aunque no fuese muy cercano a Ougai, no le parecía correcto ocultar esa información.

Miro disimuladamente al castaño, el cual estaba haciendo una especie de ¿Coleta? Con el cabello de Atsushi, el albino parecía resignado a la actitud del castaño, Ryuunosuke estaba ocupado anotando.

La sonrisa de Osamu hizo que su corazón doliera ¿Qué debería hacer? No quería que dejara de sonreír.

Pero tampoco lo quería dejar vivir una mentira de ese calibre.

La siguiente hora era gimnasia, hablaría con él.

Esperaba que todo saliera de la mejor manera.

El resto de la clase procuro prestar la mayor atención que pudo, pero su mente estaba llena de preocupación.

Cuando la campana sonó, se sobresaltó.

Trago saliva de forma ruidosa y se volteo a ver al castaño.

Estaba jugando a algo con Atsushi.

Las chicas salían del aula para cambiar a su uniforme de gimnasia, los hombre se vestían en el aula.

Chuuya camino hasta el casillero en dónde guardaban los uniformes de su fila.

Mientras buscaba el suyo, pudo ver el torso desnudo de Ougai.

Tenía un físico promedio, no muy trabajado pero estaba bien.

Tenía marcas en el cuerpo, estás se veían muy antiguas, pero para que hasta aquel entonces aún fueran así de visibles solo significaba una cosas.

Cuando las hicieron, fue extremadamente profundas y muy dolorosas.

Volteo la vista, se sintió mal sin saber porque.

Sentía angustia.

– ¡BASTA OSAMU! – Grito Atsushi llamando la atención.

– ¡No, no, no, ven y dame la cara Ryuunosuke! – Grito, aunque claramente se estaba aguantando la risa.

– Osamu detente. – Dijo Ryuunosuke, quien mostraba una sonrisa de superioridad.

– ¿Ahora que está haciendo el maníaco? – No pudo evitar unirse a la conversación.

– Me está acosando. – Acusó Atsushi.

– Miente, el único que te acosa es ese perro rabioso. – Se defendió Osamu.

– ¡No le digas perro a Ryuu! –

– ¿Cómo no hacerlo? Esa marca de mordida en tu hombro dice mucho. –

Atsushi se sonrojo con fuerza y cubrió su hombro con rapidez.

Era inútil, la mordida no era la única marca que Ryuunosuke le había dejado.

– Bueno si yo soy un perro, Sushi es todo un gatito. – Se burló el azabache. – Estos rasguños hablan por si mismos. 

Chuuya se sonrojo al entender toda la situación.

– No-No sean vulgares, hablar de... De... Esas cosas. – Su rostro estaba tan rojo como su cabello.

– Omo ¿Chibi es virgen? ¿Te da vergüenza hablar de sexo? – Ougai se acercó hasta el pelirrojo quien apenas se había quitado la camisa de su uniforme.

Ougai tenía puesto el pantalón del uniforme de gimnasia pero también estaba sin camisa.

Igual que la mayoría de los chicos en el salón.

Promesas rotas - Soukoku [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora