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POV LISA.

¿Por qué me dolió enviarle ese correo electrónico?

Sentía el pecho como si estuviera en llamas, y mi corazón y mi cerebro se balanceaban en un péndulo de lujuria y vergüenza. Sentí que perdía a una buena amiga al dejar ir a Jennie, pero sabía que era mejor alejarme de ella ahora en vez de esperar a volver a casa.

Con un gran vaso de vino, intenté concentrarme en otra cosa, en cualquier cosa, pero no sirvió de nada.

Hasta ahora, lo único que salió de esta pérdida, lo único que ayudaba a calmar un poco más el dolor, era la foto de su polla. Había escrito cinco nuevas escenas de sexo usándola como medio de inspiración, atrapada en esta habitación.

Y anoche, mientras estaba en la cama, miré su foto y la usé como musa.

Me froté descaradamente el clítoris mientras la imaginaba deslizando su lengua contra mi coño y haciéndome gritar su nombre.

Vaya. Es hora de escribir otra escena de sexo.

Abrí mi computadora portátil y descorché mi segunda botella de vino de la noche. Mientras abría el documento Strangers in Spokane, un fuerte golpe sonó en mi puerta.

-¡Ya voy, ya voy! .-Me abotoné la camisa y agarré unos cuantos billetes de mi mesita de noche.

Este hotel tenía un gran ojo para el servicio; me traían vasos de vino nuevos cada pocas horas como si supieran que me comprometí a beber durante toda mi estancia.

Me acerqué a la puerta y la abrí.

-Muchas gracias por... -Mis palabras se atascaron en mi garganta al ver a Jennie.

-Hola, Areum.-dijo, con voz profunda.

Jadeé, incapaz de decir nada más con ella tan cerca de mí. Sus labios se curvaron con una sonrisa, y sus hermosos ojos se encontraban fijos en los míos.

Con un aspecto aún más sexy que ayer, llevaba una playera negra y unos vaqueros azul oscuro.

Nos quedamos mirándonos varios segundos, ninguna de las dos hizo un movimiento, ninguna de las dos encontró las palabras correctas para decir.

-Hola, Ruby... -fue todo lo que pude pensar en pronunciar. Mis pezones se endurecieron bajo mi blusa mientras se lamía los labios, y mis bragas ya estaban empapadas.

-¿Vas a hacer que me quede aquí afuera? .-preguntó-. ¿O me vas a dejar entrar en la habitación para que podamos hablar?

-No estoy segura. -Mi corazón se aceleró cuando se acercó, cerrando la brecha entre nosotras-. No creo que haya nada que tengamos que decirnos ahora mismo...

-Tienes razón. -De repente presionó sus labios contra los míos, besándome hasta dejarme sin sentido en segundos. Sin decir una palabra, me rodeó la cintura con sus brazos, avanzando lentamente mientras yo retrocedía hacia la habitación.

La puerta se cerró de golpe detrás de nosotras, y me empujó contra una ventana.

-Ahhh... -gemí mientras usaba sus caderas para inmovilizarme.

Me mordió con fuerza el labio inferior y lo chupó entre los dientes cuando intenté controlar nuestro beso.

Me miró y me dijo:

-No lo intentes de nuevo. -Y deslizó su lengua contra la mía, tomando el control total de mi boca.

Agarré un puñado de su cabello mientras seguía dominándome.

Su beso seguía un ritmo rápido e imprudente que no entendía, pero tampoco quería que dejara de tocarme.

De repente, apartó su boca de la mía y me abrió la camisa, haciendo que los botones volaran por toda la habitación. Presionó sus labios contra mi cuello, besando lentamente mi piel y mordiéndome burlonamente, dándome largos y profundos besos que seguramente dejarían huella.

¿Puedo ir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora