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Acarició el cabello de su hijo dormido y se reclinó en su hamaca, disfrutando del cantar de los pájaros y la calidez del sol otoñal, atrayendo toda la paz mental que la naturaleza pudiera brindarle en ese instante

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Acarició el cabello de su hijo dormido y se reclinó en su hamaca, disfrutando del cantar de los pájaros y la calidez del sol otoñal, atrayendo toda la paz mental que la naturaleza pudiera brindarle en ese instante.

Habían trabajado en esa hamaca los últimos dos días, era de los antiguos dueños. TaeHyung podía imaginar a los ancianitos hamacándose hasta el final allí, juntos de la mano y amándose sin límites.

Claramente, había derramado mil lágrimas sobre la madera cuando lo encontró, y otras miles cuando pudo colgarlo en su antiguo lugar debajo de un árbol. SooBin había decidido que ahí quería que lo meciera para su siesta y a TaeHyung le pareció muy dulce, así que ahí estaban.

Su falso celo había terminado, ahora tenía que afrontar un par de días incómodos de sangrado y por 28 días más no tendría problemas, por lo que ya no estaba tan sensible.

Ahora, con niveles hormonales más balanceados y con la mente fría, había comenzado a aceptar la falta de JungKook. El alfa había decidido desaparecer y podía como no podía ser su culpa, ¿le molestaba cómo los dejó a SooBin y a él? Sí, pero no podía obligar a alguien a quedarse.

TaeHyung tenía que aceptar que lo único bueno que en su vida había durado era SooBin, lo demás siempre se lo arrancaba la vida.

Definitivamente, tenía que sacar una cita con su psicóloga, sus plantas ya estaban haciendo hijos de tanto que les había hablado y tenía que dejar de sumirse en una nube de sueños rotos cada vez que las ventanitas de cielo en los ojos de SooBin le recordaban tanto a otros cielos en los que no tendría que haber vuelto a volar.

TaeHyung había apagado su celular la segunda vez que rompió a llorar al ver que no tenía respuesta, no era sano ni tampoco lo necesitaba, podría hablar con sus amigos luego y su trabajo era por email, así que jamás vio los mensajes y las llamadas entrando. Ni siquiera sabía de la inminente llegada de JungKook hasta que el alfa entró corriendo en su sala mientras él dejaba a SooBin en su habitación.

— Tete — lo vio suspirar, una mano en su corazón mientras respiraba con dificultad.

Acaso... ¿Había corrido hasta allí? TaeHyung se apuró en buscarle agua al ver lo agitado que estaba. De repente toda la molestia que el omega podría haber acumulado se esfumó, ahora solo sentía la tristeza nostálgica al darse cuenta lo mucho que lo había extrañado.

Sentía verdaderas ganas de llorar por más estúpido que eso parezca. TaeHyung había tenido tanto miedo de perderlo a él también.

Retiró el vaso cuando JungKook lo bajó de un trago, ahora recompuesto o al menos más tranquilo, no lo dejó alejarse mucho. Sus manos tomaron las suyas, apenas estuvieron libres, acercándolo a él peligrosamente.

Oh, olía tan bien. El eucalipto y el café eran tan intensos que su omega se sentía deslizarse en una nube sobre un cafetal y un campo de eucaliptos. No lo hacía a propósito, no se sentía molesto y pesado en el aire, no lo obligaba a calmarse, JungKook apestaba y TaeHyung estaba tan hundido en él que no hacía más que fascinarle.

Beach boys ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora