Dream On 😈Duncan Vizla& Colette Dubois😈

Torture

Amaneció y Duncan se levantó temprano. Colette aún dormía así que no quiso despertarla, después de la noche anterior lo último que quería era hablar de lo que le había pedido después del sexo. Ya le había dicho que lo quería y ahora le decía que lo amaba. No sabía como tomarlo. Sentía lo mismo, por supuesto, pero a su edad buscar algo más que convivir con una persona no le gustaba. ¿Por qué ponerle nombre y sentimientos a algo que era lógico? No le gustaba que le estuvieran diciendo todo el tiempo que lo amaban o le dijera lo que sentía. Había pasado por eso y en estos momentos ya no lo encontraba necesario.

Se vistió y fue a la cocina por un poco de café.

Se restregó el rostro con ambas manos a la vez que dejaba escapar un suspiro y encendió la maquina de café. Ésta comenzó a sonar y él se recargó en el mesón con los ojos aún pequeños. Miró todo su entorno aún sin despertar del todo y cuando volvió en si, el café ya estaba listo. Lo vertió en una taza y sin más, se lo bebió lentamente. El amargor lo despertó por fin.

Se quedó mirando la nada buscando las palabras perfectas para decirle a Colette cuando despertara. Obviamente un "también te amo" no saldría de su boca. Eso sería lo último. Esperaba que al despertar, Colette no recordara que lo había dicho. Eso lo hacía todo mas sencillo. Ya una vez se alejó cuando le dijo que le gustaba... un "te amo" era mucho peor y no se quería alejar. Ya habían creado una vida juntos, una costumbre, un conocimiento del otro que a estas alturas daba pereza comenzar de cero con alguien más. Además, el trabajo los unía. Tenían muchas cosas en común como para tirarlo así nada más.

Despegó la mirada del punto fijo donde se encontraba hipnotizado y miró la taza de café. Ya casi no le quedaba nada. Al interior de la taza había algo, Duncan bebió un poco más y descubrió la frase completa.
"Acabas de ser envenenado" decía.
Duncan sonrió un poco y movió la taza en su mano, esto le complicaba horriblemente.

Se bebió el último poco y la dejó a un lado.
Salió de la cocina, muy a lo lejos escuchaba gritos y golpes provenir del sótano. Era la mujer que Colette le había clavado el cuchillo y en esos momentos se encontraba casi ciega. No era mucho lo que Colette podía hacerle para castigarla.
Siguió su camino a la sala de estar y se encontró con la chica que venía en dirección contraria.

—Buen día, Vizla —saludó sin mirarlo a los ojos. Se veía muy cansadas.

—Buen día, purce —le devolvió el saludo y la siguió hasta la cocina. Colette al ver la cafetera caliente se sirvió una taza y se apoyó de la misma manera que él sin decir nada. Él la miraba y ella miraba un punto fijo sin explicación.

—Colette, yo... —habló cortando el silencio, no sabía que decir—. Soy consciente de lo que dijiste anoche.

—¿Qué dije anoche? —preguntó y lo miró con su cara demacrada. Notó que lo decía en serio.

Suspiró.
—Hace tiempo, antes de que yo desapareciera me dijiste que te gustaba...

—Lo recuerdo muy bien —respondió interrumpiéndolo—. ¿Qué fue lo que dije ahora?

—No importa lo que dijiste, déjame hablar —pidió.

—No, es que si me vas a dar explicaciones de lo que yo dije y lo que piensas al respecto ahórratelo. No quiero sentirme estúpida, no tan temprano —respondió poniendo una mano adelante como si estuviera deteniendo las palabras que Duncan sacaba de su boca—. No me digas, ¿ahora te dije que te quería?

—Que me amabas, pero ese no es el punto —respondió hablando más rápido como si ella no fuese a escuchar.

—Vale, escucho tu explicación y si la encuentro pendeja me voy de esta habitación —advirtió. Él asintió—. Dispara entonces.