CARTER—¡Maldición!
Golpeo la superficie de la mesa con mis manos completamente frustrado, no tengo nada. Días, semanas, meses incluso y no tenemos nada en su contra, todo está lleno de teorías, soplos falsos o trampas perfectamente colocadas para reírse de mí.
—¡Joder! ¡Se está burlando de nosotros! —grito a mi compañera—. Sabe que vamos a por él, lo sabe y se está descojonando en nuestras caras.
—Cálmate y escúchame, Carter.
Frunzo el ceño ante el tono de Mackenzie, no parece enfadada como yo, más bien creo detectar cansancio en su voz.
—Si no hemos encontrado nada en todo este tiempo, es posible que tengas que mentalizarte de que no hay nada que encontrar.
—Eso es exactamente lo que él quiere que hagamos, que nos rindamos.
—¿Te estas escuchando? Suenas completamente paranoico. —Avanza hasta estar frente a mí, la mesa queda entre nosotros—. Eres el mejor detective que conozco, pero desde que recibimos este soplo has estado obsesionado.
La observo fijamente sin cambiar ni un ápice de mi expresión, no me gusta lo que está diciendo, aunque no por eso lleva menos razón.
Sí, desde que hace unos meses recibimos este soplo anónimo es en todo lo que he podido pensar. No he comido, dormido o siquiera respirado sin pensar en este caso, es mi prioridad número uno; la única prioridad, en realidad.
—Confío en ti y en tu instinto con mi vida —continúa—, pero no estás pensando claramente, algo en todo esto te está afectando demasiado.
Sé a lo que se refiere, lo puedo ver en sus ojos, ella sabe por qué estoy tomándome tan en serio esto, sabe que es algo personal.
—Tengo que acabar con él.
—No hay nada contra él, nada que podamos demostrar —me recuerda por millonésima vez—. Deja de fruncir el ceño, arruinas por completo el trabajo de esos bonitos ojos azules —añade señalando mi rostro.
—Sé lo que hace, sé que es un criminal —escupo golpeando la mesa de nuevo e ignorando sus últimas palabras—. Su sitio es la cárcel.
—¿Tienes pruebas? ¿Puedes demostrar algo de lo que dices? —No me molesto en responder—. No, sé que no tienes nada o ese hombre ya estaría entre rejas. No tienes nada y aun así insistes.
—Yo lo sé, Kenzie —le aseguro—. ¿No es eso suficiente? Eres mi compañera, tendrías que apoyarme.
—¿Qué crees que he estado haciendo hasta ahora?
Está molesta, no le gusta que la cuestione, ella es la persona más leal que conozco. Conocí a Mackenzie al salir de la academia, fuimos compañeros en patrullas y desde entonces no volvimos a separarnos, somos el equipo con más arrestos de la policía.
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Victoria - Bilogía Invicta
Teen FictionLa vida de Victoria González es un desastre. Es una mamá osa protectora que boxea de noche y sirve mesas de día y, aun así, apenas puede llegar a fin de mes. Lo que menos necesita es un guapo y sexy inspector vigilando su trasero a cada paso, menos...