VICTORIARodrigo siempre ha sido demasiado inteligente, un niño curioso y perspicaz. Tanto su profesora como yo estamos de acuerdo en que es increíble para la corta edad que tiene. Además, es dulce y amable. Es perfecto, aunque esté mal que yo lo diga.
Siempre supe que la duda acabaría haciendo mella en él, que tarde o temprano haría "la temible pregunta", pero pensé que tendría más margen de maniobra. Apenas unos días atrás parecía que no le importaba y me permitió un descanso de ese miedo.
Desgraciadamente, después de pasar una semana rodeado de familias, padres y madres, en lo que llaman "la semana de la familia", Roro finalmente preguntó por primera vez lo que toda madre soltera teme que pregunte su hijo.
—¿Tengo un padre?
La taza de café se resbaló de entre mis dedos y Daniela tuvo que sacarlo rápidamente de casa. No estaba preparada para esa pregunta y estoy segura de que nunca estaré preparada para darle una respuesta.
Aun cuando estoy a punto de llegar al trabajo no sé cómo me siento, estoy completamente en blanco después de dejar a Roro y Dani en la escuela. Trato de olvidar el tema y centrarme en Kathy y en lo que sucedió anoche.
—¿Cómo estás? —le pregunto en cuanto la veo e inmediatamente la abrazo—. Estaba tan preocupada. No deberías estar aquí hoy trabajando, sube a tu apartamento y descansa.
—Estoy bien, Vicky —me asegura con una sonrisa tranquilizadora—. Lo prometo, estoy bien.
—No, no lo estás. Ayer te drogaron, Kathy, ¿lo entiendes? ¡Drogada! —Enfatizo la palabra, dando un paso atrás—. Deberías estar mucho más preocupada.
—Victoria..., la droga no iba para mí. —Se pone seria de repente—. Estaba en tu botella, intentaban drogarte a ti, cariño, no a mí.
—Pero lo bebiste tú. ¡Dios, Kathy! —Siento como frunzo el ceño más aún si es posible—. ¡Podría haberte pasado algo!
—Cálmate, estás llamando la atención.
Miro a nuestro alrededor y, en efecto, las pocas personas que hay ahora mismo en la cafetería nos están mirando. Me guardo las ganas de enseñarles mi dedo medio y enviarlos directos a la mierda solo porque no quiero incomodar más a Kathy.
—Estoy preocupada por ti —continúa diciendo mientras me lleva a un lado del local para que podamos hablar sin que nos escuchen—. Siempre te preocupas del resto y nunca de ti misma. Estoy bien, el doctor dijo que no es una droga letal, solo provoca mareos, vómitos y, en algunos casos, desmayos.
—Aun así...
—Aun así —me interrumpe—, no iba dirigida a mí. Estaba en tu botella, la que debías beber antes del combate y, si lo hubieras hecho, habrías perdido el conocimiento en mitad de la pelea. Vicky, alguien quería que perdieras.
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Victoria - Bilogía Invicta
Teen FictionLa vida de Victoria González es un desastre. Es una mamá osa protectora que boxea de noche y sirve mesas de día y, aun así, apenas puede llegar a fin de mes. Lo que menos necesita es un guapo y sexy inspector vigilando su trasero a cada paso, menos...