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Robin y Luffy habían salido del barco, la mujer tuvo que acelerar sus pasos a cada segundo porque su capitán se emocionaba hasta por ver una simple hormiga en la calle, fueron varias las veces que lo perdió, como en este momento en que lo estaba buscando. No le molestaba eso de su capitán, más bien le parecía adorable de su parte. Luego de unos minutos lo encontró viendo a una pareja, ensimismado en su mundo.
— Mira, Robin, ellos se abrazan como Sanji y yo. — Señaló a la pareja acaramelada, el joven de cabellos morado que abrazaba a su aparentemente pareja le proporcionaba besos y por lo que también parece algunas palabras de amor. — Deben ser buenos Nakamas como nosotros.
— Capitán, no creo que usted y el cocinero tengan ese mismo tipo de relación. — El menor frunció el ceño.
— Pero, Sanji y yo nos abrazamos ¿Cuál es la diferencia?
— Es un tema algo extenso, además ¿No quería encontrar una aventura? — Después de eso a Luffy le brillaron los ojos, solo debías de decir la palabra aventura para que todo lo demás entrará en un segundo plano en la mente del pelinegro.
— ¡Tienes razón, vamos, deprisa!
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— Mierda, cabeza de musgo, ten más cuidado con eso.
Zoro ya empezaba a creer que no existía entrenamiento más duro que ir al mercado con el rubio, sabe que su capitán tiene un agujero negro en el estómago, pero ¿Cuantos kilos más de carne necesitan? Lleva casi siete cajas de carne en un brazo y otras ocho cajas repletas de sabrá quién con que en el otro.
