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— Sanji. —Luffy lo llamó. — Tengo diecisiete.
— ¿Eh?
— Dijiste que era un niño por tener dieciséis, pero tengo diecisiete. — El más joven se acercó a mí. — Es cierto que eres mayor que yo, sin embargo, yo no soy un niño.
El Rubió lo detuvo con una mano en el hombro, Luffy se estaba acercando demasiado a él de nuevo. El corazón de Sanji no estaba listo para eso, él no estaba listo para tener a su capitán tan cerca de nuevo.
— Luffy-
— Me gustas.
El más pequeño sonrió mostrando todos sus dientes, sus mejillas se tiñeron de un pequeño rojo, abrazo a Sanji que aún estaba procesando toda la situación.
— Sanji, haces que mi corazón se acelere y- — El rubio lo detuvo antes que pudiera continuar.
— Luffy, no creo que el lugar correcto para una confección sea en un baño.
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Ya secos y fuera del baño Luffy detuvo al mayor antes de que pudiese llegar a la habitación de los hombres. El pelinegro había hecho lo que Robin y Nami le dijeron que hiciera, pero esas cosas no estaban funcionando de la manera en que él quisiese que lo hicieran. Sanji necesitaba saber lo que le provocaba a su corazón cada vez que se acercaba.
— Sanji. — Hablo firme. — Abrázame, por favor.
El más alto se acercó a él y lo abrazó rodeándolo por los hombros, Luffy lo rodeo por la cintura y hundió su cabeza en su pecho, aspirando su aroma.
— Sanji.
— ¿Qué pasa, Luffy?
— Si te pido un beso. — Sacó su cabeza del pecho de su cocinero y lo miro a los ojos. — ¿Me lo darías?
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