La noche antes de comenzar su primer año en Hogwarts, Lily Luna Potter está enfadada y deseosa de vivir sus propias aventuras, se encuentra con una persona extraña en el patio de su casa y la hace retroceder en el tiempo, tomando su lugar.
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Sin embargo, la verdadera Lily aún no había mostrado su rostro cuando los estudiantes de primer año fueron conducidos a sus respectivos dormitorios. Y cómo podría hacerlo. Ahora estaba empezando a darse cuenta, Lily Potter, de que incluso si Lily Evans hubiera logrado obtener el giratiempo del árbol durante las vacaciones de Navidad en el futuro y regresado al inicio de septiembre, tendría un problema para ingresar a Hogwarts. ¿Significaba eso que ambas tendrían que esperar cuatro meses? ¡De ninguna manera!
-Disculpe-le dijo a la prefecta de aspecto casi refinado que los había guiado tan cortésmente a la Torre de Gryffindor.-Tengo un mensaje urgente para mi padre. ¿Dónde puedo enviar un mensaje con una lechuza...?-Dobló el pergamino dos veces y lo sostuvo inquisitivamente.
-Deberías haber pensado en eso antes, ¡es casi hora de toque de queda!- La chica mayor hizo una pausa con una sonrisa irónica mientras estudiaba la expresión de Lily, luego suspiró resignada.-Dame, visitaré el aula de lechuzas en mis rondas y lo enviaré por ti. Mejor sube a tu dormitorio con las otras chicas.
Lily le agradeció-¡Y por favor dile al ave que espere una respuesta!.
La prefecta rodó los ojos con diversión, chasqueó los talones juntos y saludó antes de marcharse a cumplir con sus deberes.
Persiguiendo las escaleras después de las otras chicas de primer año, Lily se encontró compartiendo un dormitorio con ellas. Después de intercambiar nombres y algunas palabras educadas con Florence Shaw, la chica en la cama más cercana, Lily se acostó más sola de lo que jamás se había sentido en su vida, separada tanto por el espacio como por el tiempo de sus seres queridos que ni siquiera habían nacido todavía. Pasó un tiempo antes de que cayera en un sueño inquieto.
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Era evidente que el prefecto de Gryffindor de la noche anterior había cumplido con la solicitud de Lily porque en el desayuno de la mañana siguiente voló un búho gris junto al sándwich de pan frito de Lily. Después de darle al búho un par de trozos de tocino, Lily abrió el sobre que había entregado.
Querida Lily,
¡Guau! Tenías razón, ¡realmente usan búhos! Lamentablemente, esto trae malas noticias. Salí tarde con una linterna, pero no había nada en el árbol. ¿Te refieres al gran olmo donde solías guardar tus conchas marinas? Ahora no hay nada allí.
Recuerdo que trajiste tu cosa giratoria a la cocina, pero ¿estás segura de haberla vuelto a poner en el árbol? ¿Es posible que la hayas olvidado y dejado en tu habitación? Echaré un vistazo cuando tenga la oportunidad.
