– ¿Cómo te has estado sintiendo está semana? –preguntó la mujer sin levantar la mirada del anotador en sus manos.
Desde lo acontecido ese día, _____ había estado supervisando al mayor de los Sano, llevando un control riguroso por una semana completa y siendo vigilado para que tomase la medicación correspondiente sin pretexto alguno, a lo cual él había accedido bajo protesta tras ser amenazado de ser removido de sus pasantías, pudiendo permanecer al lado de su hermano únicamente en el horario de visitas.
– Podría estar mejor, podría ser más útil, pero alguien me limitó.
Sin reaccionar antes las replicas la mujer siguió escribiendo en el papel.
– ¿Ahora tienes hábitos normales? Duermes, comes cuatro comidas al día como mínimo, realizas tareas dentro de lo que respectan cotidianas...
– Bajo toda la vigilancia del hospital, sí, cumplo con el itinerario que me ha dado.
– Entiendo –tras terminar de escribir aquello, se dignó a levantar la mirada del escrito, por un momento, los rígidos rasgos se suavizaron y se volvieron más empáticos con el hombre frente a ella – ¿Cómo está tu hermano?
Se tomó unos segundos antes de responder, suspiro y se relajó, si bien era un tema que hablaba comúnmente con el personal del hospital, por parte de ella no era como de lástima por él, se sentía como legítima preocupación, como si empatizara y entendiese por lo que él pasaba.
– Está bien, podría decirse, no hay mejoras, pero tampoco su estado empeoró, así que creo que eso es bueno.
– Me alegro de oírlo ¿Cómo te está yendo con las sesiones con el psicólogo?
– La verdad, es un hastío, no entiendo de que me sirve, lo único que dice es "¿Y cómo te hace sentir eso?" o "el ambiente tan violento en el que te criaste ¿No crees que pudo afectar a tu familia?", hasta insinúo en un momento que el accidente fue culpa de Manjiro.
– Los niños son niños y por lo que me has contado la reacción de Mikey ante la situación es algo esperable de los niños, pero tienes que entender que tampoco fue culpa tuya.
Las lagrimas cayeron por el rostro del pelinegro, por primera vez sentía una verdadera conexión con alguien después del incidente, a pesar de sólo conocerla hace dos meses, la doctora que tenía frente a él mostraba real interés en ambos y en sus dulces palabras podía, por más egoísta que sonara, sentirse libre de culpa. Con la cabeza agachada, tratando de evitar que ella viese las lágrimas, sintió el suave y cariñoso tacto de ella en sus cabellos azabaches, reconfortándolo. Sin pensarlo demasiado, se aferró a su cintura como si fuese su único pilar de cordura en ese momento. La sesión que por lo general duraba menos de veinte minutos, conllevó más de una hora, cuando los sollozos pararon y la respiración del mayor se normalizó, aflojo el agarre a la cintura de la contraria.
– Bien, es bueno que seas capaz de abrirte a los demás, pero por lo que escucho, con tu psicólogo no te sientes muy cómodo, si es así, puedes solicitar el cambio de profesional.
– Es el único psicólogo con disponibilidad en el hospital –dijo Shinichiro aún avergonzado con la cercanía que tuvo con ______, era la primera vez tan cerca de una mujer–. No me gustaría causar problemas al personal o a los directivos. Pero, señorita Faure-Dumond, usted suena como una profesional de la salud mental, por casualidad ¿No tiene algún estudio hecho relacionado con la cuestión psicológica?
– Soy psicóloga también, pero ejerzo únicamente mi facultad como psiquiatra, pero en caso de ejercer psicología, por cuestiones profesionales no puedo ser tu psicóloga y psiquiatra a la vez.
– Entiendo– el desánimo se notaba en su voz.
– Pero, puede derivarte con un conocido en caso de que así lo quieras.
– ¿Podría saber quién es?
– Es uno de mis hermanos, Renaun, es una persona muy apasionada, pero un gran profesional, creo que se llevarían muy bien.
– Sería un gran favor si lo hiciese, por favor.
– De acuerdo, le llamaré y coordinaremos una sesión para dentro de dos semanas, mientras tendrá que seguir con el señor Yaguchi.
– De acuerdo.
Ambos se levantaron de las sillas, dando por terminada la sesión para caminar hacia la puerta, al permitirle el paso al de mayor altura, este se devolvió hacia su doctora favorita, no sabía como ni cuando, pero todos los días ansiaba verla y saludarla, de ser posible, intercambiar algunas palabras como una pequeña charla, para después ir corriendo a su hermano a contarle de ella, poco a poco se volvían más cercanos, cosa que la femenina se percató, su lado racional le decía que debía actuar profesionalmente y poner límites, pero la otra parte, la sentimental, ya le había agarrado cariño al joven aspirante a enfermero.
– Disculpe, doctora Faure-Dumond –se aclaró la garganta– ¿Le gustaría dar una vuelta por el parque frente al hospital? Podemos llevar a Mikey
<<No puedes>>
– Un poco de aire me gustaría.
La tarde transcurrió tranquila, ambos charlando y hablando con Mikey. Al volver, una pila de papeleo le esperaba sobre el escritorio. Además de Shinichiro, atendía diecinueve pacientes más, a los cuales debía realizar las recetas y autorizaciones medicas para tratamientos prolongados o permanentes. Definitivamente le esperaba una larga noche.
Alrededor de las tres de la mañana un suave golpeteo en su puerta la sacó de su estado casi inconsciente, reconoció el rítmico tocar de su paciente favorito, aún desconociendo cuando había recibido ese nombre. Se levantó y con los pies descalzos, odiaba que parte del uniforme formal fuesen los tacones.
– ¿Qué haces aquí? Deberías estar dormido.
– Tuve una pesadilla y decidir dar un paseo –dijo el pelinegro desde lo alto, mirándola con gracia, era la primera vez que notaba lo tierna que era sin los incomodos zapatos y sonrió.
– Pasa o nos van a regañar.
Ambos pasaron apresurados y por lo mismo, quedaron uno frente al otro, tan cerca que sus alientos podían ser percibido por el otro, poco a poco se fueron acercando el uno al otro, hasta que sus labios se rozaron, con tanto amor y cariño, por primera vez, ambos sintieron que eran el uno para el otro.
Lástima que no era el momento.
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La Chica de al Lado (Shinichiro x Lectora)
FanfictionYa cuando Shinichiro se está por resignar a no conseguir pareja y centrarse en su dos más preciados deseos (su tienda y el bienestar de su familia) llega una nueva vecina a su tienda ____ Faure-Dumond, una joven egresada de una prestigiosa academia...