Capítulo 19

709 78 0
                                    

Sus dedos estaban cubiertos de sangre y rodeados por cintas y banditas, desde hace tres días ambos se estaban evitando, casi corriendo al lado contrario con tal de no cruzarse e inventando escusas para evitar los incomodos momentos. Por lo general el mayor huía sonrojado y sólo siendo capaz de emitir saludos cordiales, por otra parte, la chica había tratado de entablar conversación alguna, en primeras instancias con la intención de invitarle a una cita formalmente, sin embargo, ante los fallidos intentos decidió tomar algo de distancia, pensando reiteradamente que sus acciones de aquella noche había sido erróneas a pesar de no recibir negativa alguna y ser besada por el hombre como respuestas y seguir respondiendo beso con beso durante toda esa noche.

La voz de Takashi se escuchaba a lo lejos, como si la misma fuera emitida desde lo profundo de una laguna, hasta que el espiral de sus pensamientos fue interrumpido por el toque en su hombro por parte del niño.

– ______-san, creo que fue suficiente por hoy, debería descansar, se ve un poco nerviosa y alterada –dijo Mitsuya preocupado por el estado actual de la chica.

– Tienes razón, perdón por molestarte en venir hasta aquí, pero antes que te vayas tengo algo para ti –la mujer se levantó y fue hasta un cajón a lado de una de las máquinas de coser para darle un sobre blanco –, este es tu parte de los vestidos que hicimos hasta el momento, los vinieron a retirar durante la semana pasada, sigamos trabajando juntos Taka-kun.

El chico se sonrojó ante el apodo que le dio la chica, al recibir el sobre notó el peso del mismo y se apresuró a abrirlo, era más dinero del que había visto en su vida.

– ______-san, no puedo aceptarlo, es demasiado.

– Es lo que te corresponde como mi ayudante y no aceptaré un no como respuesta –despeinó al niño con su mano.

– Muchas gracias, disculpe, pero debo irme, mi mamá llegará dentro de poco.

Lo acompañó hasta la puerta con ambas niñas de sus manos riendo y pidiéndole a su hermano que les comprara chocolate caliente de camino a casa.

Justo en la puerta estaba Wakasa, los últimos días solía venir para hablar y comer, parecía como si los hombres se dieran cuenta de la situación y buscaran completar la historia por ambas partes. Los Mitsuyas dejaron a los adultos y siguieron su camino a casa, por otra parte Wakasa entró en la residencia de la chica con un paquete de cervezas en mano y snacks para comer con ellas.

– ¿Planeas hablar ahora o primero un par de cervezas? –dijo el peliblanco con una sonrisa seductora que había pasado a ser una broma entre ellos dos cada vez que se veían.

– Está bien, te lo contaré, pero primero déjame relajarme, realmente lo necesito.

Ambos pasaron y platicaron, por otra parte, estaba Takeomi hablando con Shinichiro, era la quinta vez que hablaban de los mismo en la semana, las primeras dos veces estaba emocionado por su amigo, era la primera vez que una chica se interesaba en él y aún más tomaba la iniciativa; mas las últimas dos veces eran las mismas excusas sobre que ella se había confundido o sólo se dejaron llevar por el momento.

– No tengo oportunidad, Omi, sólo míranos, somos completamente diferentes. Seguramente me rechace o tenga mejores pretendientes en otros países.

Takeomi se agarró la cabeza, frustrado y agotado de los lamentos de si amigo y harto de las vueltas que le daba a la situación, había intentado convencerlo que los sentimientos de ambos eran mutuos, pero sólo lograba hacerlo entrar en un momento efímero de confianza en sí mismo que duraba hasta que veía a la fémina. Shinichiro iba por su tercera lata de soda, pero su estado era semejante al de un enamorado despechado llorando por la más trágica historia de amor.

– Ya, estoy harto ¿sabes algo viejo? Mientras tu lloriqueas aquí, nosotros tratamos de buscar lo mejor para ustedes. Ella te besó primero ¿cierto? Pues ve y pídele una cita, no hay nada que perder.

En la casa de al lado la chica estaba sentada frente a su amigo envuelta en una frazada mientras tomaba un trago del vino recién servido.

– ¿Y que vamos a hacer, linda?

– Nada, seguir con la vida, supongo. La amistad con Shin está completamente arruinada, me precipité con mis acciones y no queda otra que aceptar las consecuencias. Pensé que podríamos tener algo más serio, pero me equivoqué.

– Hablas como si se hubiese muerto, sólo está asombrado que una chica le preste atención y más aún que haya dado el primer paso para una relación más seria.

El teléfono de Wakasa sonó, era el tono de llamada de Takeomi para poder identificarse, se levantó del sillón disculpándose para ir a la cocina, mas sin querer presionó al mismo tiempo la tecla de altavoz.

– Waka, trae a la enana, estos dos ya me tienen harto, tienen que hablar en persona. No importa que, inventa una excusa, pero tráela ahora –el chico trató de bajar el volumen lo único que logro fue cortar la llamada.

– ______, linda, puedo explicarlo...

– Waka, ya sabía que estaban confabulados para tratar de ayudar; cuando un hombre va, la mujer ya fue y volvió –una lágrima cayó por la mejilla de la chica con una sonrisa, cosa que lo preocupó–. Waka, realmente, muchas gracias por todo, a todos ustedes, gracias.

– De nada, peque. Ahora, vamos, tu rey débil te espera.

Ambos fueron al taller, bajo las protestas de la chica sobre el frío que hace y risas por toda la situación tragicómica que estaba pasando el grupo. Al entrar el negocio apestaba a cigarrillos y brandy, irónicamente el estado del azabache con collar de cadena era más deplorable que él de su amigo con su ojo atravesado por la cicatriz. Al aparecer la chica en el capo visual de ambos, Shinichiro retomó la compostura que había perdido hace una hora con un marcado sonrojo hasta las orejas, por otra parte, ambos amigos se miraron y tomaron la decisión de dejarlos a solas para que tuviesen su privacidad.

– Hola, Shin, a paso tiempo desde la última vez que hablamos.

– Sí... tienes razón –un silencio algo incomodo se formo entre ambos, como si un acantilado los separara.

– Quería hablar contigo –dijeron a la vez.

– Por favor, habla primero –dijo la chica.

Shinichiro se tomó un minuto para pensar bien en sus palabras, había tomado la decisión de invitarla a salir, nada perdía con intentarlo.

– Quería saber si tú... ¿te gustaría salir algún día? Como más que sólo amigos.

La sonrisa de la chica se hizo presente en sus labios, provocando un sinfín de emociones positivas.

– Me encantaría, Shin.

La Chica de al Lado (Shinichiro x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora