La atmósfera se congeló. Fue como si hubiera entrado algo maligno. Entonces oyó otra vez la voz de él. Carente de emoción.
Igual que sus ojos o su cara.
—Mi madre me vendió. Me vendió a mi padre cuando yo tenía cinco años. Por diez millones de libras. Una cantidad grande en aquellos tiempos. Fue el precio del acuerdo de divorcio. Si él se hubiera negado a pagar, ella habría luchado por la custodia en todos los tribunales de Europa. Y habría ganado. Todos los jueces habrían resuelto a su favor. Verás, era una madre cariñosa, absolutamente entregada. Yo era su bebé, su ojito derecho. Me llenaba de abrazos y de besos. Al menos cuando alguien miraba. Es decir, alguien a quien tuviera que impresionar.
»Delante del personal de servicio, no tenía que ser tan entregada. Ni delante de sus amantes. El problema es que no sólo engañaba a los que necesitaba impresionar. También me engañó a mí. De modo que cuando me vendió a mi padre, no entendí por qué él no me dejó volver a verla. Me dijo que jamás la vería otra vez y así fue. Hizo que lo odiara. Entonces, me contó la verdad. Pasé a odiarla a ella y a querer a mi padre.
»Pero él no quería mi cariño. Y nunca me dio el suyo. Porque el día que mi madre aceptó el cheque, también le informó de que yo no era su hijo, sino de uno de una legión de amantes. Él me retuvo a su lado para mantener la fachada, para que nadie se riera de él porque su mujer le hubiera vendido a un bastardo por una fortuna. Me lo dijo en su lecho de muerte. Fueron sus últimas palabras.
Guardó silencio. El aire estaba tan denso que apenas se podía respirar.
Pero Kihyun vio con cristalina claridad todo lo que no había podido ver antes.
Todo lo que Hyunwoo había hecho no había sido para proteger a Eunjun de él... sino de su propia madre.
Del demonio que aún lo hostigaba.
Lo miró. Se había retraído. Tenía la vista clavada en el techo, sin ver nada y recordándolo todo.
El horror le aplastó el corazón.
Tenía un nudo tan grande en la garganta, que apenas era capaz de respirar.
—Oh, Dios —musitó—. Oh, Dios.
Lentamente, alargó la mano en busca de la de Hyunwoo. La apretó con fuerza entre las suyas.
Lo recorrió una gran oleada de compasión y comprensión. Y más que eso... de perdón.
Porque comprenderlo todo era perdonarlo todo. Entender los demonios que lo impulsaban, por qué lo había sometido a todo eso, era desterrarlo de forma definitiva.
—Ahora entiendo —musitó—. Entiendo por qué pensaste lo peor de mí, por qué no te atrevías a considerarme inocente de lo que me acusabas, por qué no parabas de intentar sorprenderme... probarme. Pero ya no tienes que probarme más, Hyunwoo. De verdad, no es necesario. Yo no soy como tu madre, como tú no eres como mi padre... ni como el tuyo. Su crueldad, su insensibilidad, su indecible egoísmo no está en nosotros. Eunjun jamás sufrirá como tú sufriste. Verás... —apenas pudo hablar—. Nos tiene a nosotros para quererlo, para cobijarlo.
Respiró hondo y dijo lo que sabía que debía decir para acabar con esa insoportable guerra que había entre ellos.
—Quiero compartir la custodia contigo. Eunjun es tan hijo tuyo como mío. Ahora que sé qué te impulsó a desconfiar de mí, puedo confiar en ti. Confiar en que no quieras quitármelo.
Lo miró con los ojos húmedos.
Él le devolvió la mirada. En ellos había una expresión que nunca había visto y que lo emocionó aún más.
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Hijo en venta [ShowKi]
RomanceHabían compartido una deliciosa noche de placer que había acabado mal y, durante cinco largos años, ambos habían recordado aquel momento con pasión... y odio. Yoo Kihyun había luchado contra la pobreza y los problemas de salud y había dedicado toda...