Gym Bro II

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— Epa ¿Qué te pasó? Estás hecho mierda. —Escuché y dejé de pegarle al saco para mirarla.

— Amanda ¿Todo bien? —Hablé dando tres pasos lejos del saco mientras me sacaba el guante de la mano derecha con los dientes.

— Todo bien, vos no ¿Qué paso? — Dice acercándose a mí.

— No quiero hablar de eso ahora. —Respondo encogiéndome de hombros y ella me enarca una ceja.

— Bueno, dale. Pero dormite una siesta papito porque estás idiota mal. —Rueda los ojos y cruza la puerta camino al gimnasio.

No tenía por que desquitarme con ella, en eso tenía toda la razón. También en que tenía que dormir una siesta pero la verdad que no tenía sueño para nada.

Caminé hacia el gimnasio, quería pedirle perdón. Quería decirle que si quería hablar, que tenía mucho para contarle pero en ese momento la ví charlando con un tipo alto que claramente le estaba presumiendo. Ella se dió la vuelta para verme y frunció el ceño burlándose del tipo.

Claramente, la estaba molestando. Entonces me acerqué.

— Ya estoy, gorda ¿Vamos? —Le dije agarrándole el brazo y ella hace un gesto para retener la risa.

— Sí, vamos. —Sonríe y camina a mi lado.

Una vez que habíamos salido del gimnasio, llamé al ascensor.

— Gracias, Enzo. —Habla sacando mi agarre de su brazo.

— Uy, perdón. —Río soltandola. Solo ella me podia hacer reír en estas circunstancias.— No, tranqui. No me gustan los pesados. Vos avisame nomás.

— Mal, que desagradable. —Se rió y dió un paso adentro del ascensor. Yo marqué su piso.

— Perdón por hablarte así antes. —Digo un poco nervioso rascando mi nuca.

— No pasa nada. Sabés que estoy acá si queres hablar en algún momento. —Se encoje de hombros y me extiende su botella de agua.— Te la olvidaste otra vez.

Reímos y bebí de su botella de agua.

— Tengo mucho en la cabeza, perdón. —Tapé mi rostro con mis manos riendo.— Y te cuento todo ¿Estás a la tarde para unos mates?

— Estoy.

La dejé en su departamento, nos separamos y volví a mi departamento. Otra vez le tengo que ver la cara.

— Enzo, por favor. Pensa bien las cosas. —Agarraba mi brazo mientras yo buscaba a mi hija quien me recibió de brazos abiertos.

Miré mi reloj, 11:45.

— Ya lo pensé bien, Valentina. —Volteé los ojos y agarré mi celular para llamar a James, el chofer.

— Enzo ¿Qué haces? No seas pelotudo. —Me ruega persiguiendome.

— Hola ¿Podría estar a las 12 en el edificio? —Hablé frotandome la sien.— Perfecto, gracias.

— Por favor, no va a volver a pasar. —Llora Valentina abrazandome.

— Papi ¿Qué le pasa a mamá? —Dice mi hija mirándome.

Cagué ¿Qué hago ahora? Sentí unos arañazos en mi espalda e hice una mueca de dolor separando a Valentina de mí.

— Basta. No me hagas llamar a los guardias. —Me separé y caminé hacia el cuarto de Olivia para cambiarla.— ¿Vamos a Mc Donalds, mi amor?

— ¡Si! —Dice contenta dando saltitos.

La terminé de cambiar y al salir del cuarto veo a Valentina con su bolso en cuclillas para despedirse de mi hija. Suspiré frotando mi sien. Me estaba matando el dolor de cabeza. No se fabrican un re puto actron acá.

— ¿Ya está? —Le pregunto a Valentina, ella asiente y bajamos los tres en el ascensor, le ayudaba a bajar sus cosas.

— Te dejo en paz, Enzo. Te pido perdón por todo y ojalá que algún día me puedas perdonar. Pero por favor, no me la saques a Olivia. —Me pide con lágrimas en los ojos.

— No te la voy a sacar a Olivia, ya vamos a hablar para organizar. Nos vemos. —Susurré porque de hoy en día hay gente en todos lados. Quien sabe.

Tomé la mano de mi hija, pero pronto la tenía sobre mis hombros y caminaba al Mc Donalds que no esta a más de dos cuadras.

— ¿Y mamá? —Dice mi princesa con la hamburguesa de su cajita feliz en las manos.

— Mamá se va de vacaciones esta semana, bichi. —Contesto comiendo mis nuggets.

— Así te quería agarrar. —Dice Amanda haciéndose presente cerca de nosotros.

— Uh, cagamos. Ya vino la pesada. —Sonrío parandome para saludarla con un beso en la mejilla.— Vení, sentate. Ella es Olivia, mi hija. —Las presenté mientras Olivia se ponia roja y tapaba su cara con su pelo.

— Hola, Oli. Que bonita que sos. —Le dice sin tocarla con una sonrisa en su rostro.

— Ella es Amanda, Oli. Va conmigo al gimnasio. —Le digo agarrándola para sentarla en mis piernas.

Habíamos almorzado juntos, caminamos de vuelta al edificio y Amanda me acompañó a mi departamento.

Olivia se venía durmiendo en mis brazos, así que la dejé en su cuarto con los dibujitos y no le tomo mucho tiempo quedarse dormida. Sali cerrando la puerta detras de mí y pude ver a Amanda mirando todo con curiosidad.

— Che ¿Y Valen? —Dice haciendo su cabeza para un lado. Sabía de ella, le había contado un par de cosas.

— ¿Tomamos unos mates? —Río divertido y ella asiente.

— ¿Traigo los bizcochitos de mi depto? —Pregunta achinando los ojos.

— Tengo, tranqui.

Puse a calentar el agua y una vez que estabamos los dos sentados en el balcón de el departamento le dije todo, le conté todo con detalles de principio a fin. No sabía como hacía eso. Yo no era de contar mucho de mis cosas. Hasta le conté la escenita de celos de Valentina.

— Y bueno, eso. —Suspiro finalizando y me recuesto en mi silla.

— Boludo, no te puedo creer. —Dijo haciendo un gesto de sensibilidad con sus cejas.— Y perdón por lo de la foto, no pensé que te iba a dar tantos problemas.

— Na, boluda. Eso no es culpa tuya. Ella está re loca. —Negué y miré los edificios que se veían desde el balcón.

— Bueno, igual. No sé. —Dice nerviosa mordiéndose el labio.

Por un momento me dediqué a mirarla, como sus dientes agarraban su labio inferior. Ella era muy muy hermosa. Pero hace mil años no tengo una amiga y no la quería cagar. De verdad. Ni me acuerdo cuando fue la última vez que la vi así. Que pensé que era hermosa. O sea, yo sabía que era hermosa pero me limitaba bastante a verla así.

— ¿Qué? —Me dice sacándome de mi trance y yo vuelvo mi vista a sus ojos.

— No, nada. —Niego y desvío mi vista hacia el mate que estaba en mis manos.

— No, decíme. —Se ríe y me empuja despacio.

— Nada, sos linda. —Suelto simple y ella se pone roja.

24 [Enzo Fernandez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora