Dale, gorda II

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Mientras Delfi se comía las uñas y caminaba de un lado al otro sin saber nada de Enzo, él se encontraba caminando en las frías calles de Londres sin rumbo.


Había tratado de llamarlo, pero Enzo había dejado su celular en la casa. Convengamos que las 2 a.m. en Londres, o en cualquier parte del mundo, no era un horario muy lindo para caminar, mucho menos para una mujer.


 — Forro.  —Susurro Delfi poniendose su abrigo y sus botas de corderito.


Emprendió viaje adentrandose a las calles, camino bastante, pero por ningún lado había rastro de Enzo.


Al final se sentó en una ventana y pensó ¿Dónde podría estar Enzo? El frio le empezó a llegar a su nariz poniéndole las mejillas y la punta de la nariz coloradas cuando sintió un agarre fuerte en la muñeca.


— ¿Qué haces acá? —Enzo murmuro cerca de su cara y empezó a arrastrarla camino a casa.


— Para, no me agarres así. Te estaba buscando, tarado. —Responde ella tratando de zafarse del agarre de su novio.— Como si te importara tanto.


— ¿Qué hablas, Delfina? —Voltea molesto dejando ver sus ojos rojos e hinchados.


— Te fuiste y me dejaste sola. —Susurra con dolor notable en su voz, Enzo permanece callado gracias al nudo que tenia en la garganta.— Te quería explicar, Rami es un amigo nomas.


— Delfina, basta. —Niega Enzo cuando las lagrimas vuelven a brotar de sus ojos de lagrimas, sentía como le hervía la sangre ¿Cómo podía mentirle en la cara?


—Enzo, espera. —Susurra desesperada llevando sus manos a la cara de él pero el corre la cara antes.


— Vamos a la casa, dale. Es peligroso. —Susurra arrastrando de nuevo el cuerpo de Delfina.


Ella, esta vez, se dejo llevar. Una vez en la casa, Delfina se para en frente de la puerta antes de que Enzo pudiera abrirla.


— ¿Me dejas que te explique? —Habla Delfina mirando a Enzo, los ojos de el ruedan en su eje desviando la mirada.— Por favor, amor.


Y eso era todo lo que bastaba. 


Quizás la relación de ellos se estaba volviendo algo viejo y aburrido, pero eso para Enzo era un puñal en la garganta, ya que si bien él lo sentía, él amaba a Delfina tanto, tanto. Aseguraba que ella era el amor de su vida y, en su corazón, cada gol que hacia, aun se los dedicaba a ella, aunque no la mirara cada vez que lo hacia, aunque no tenga la D en los botines. 


— Por favor, explicame. —Susurra Enzo con la voz quebrada.


— Rami es gay, amor. —Susurro Delfi mientras que Enzo vuelve a revolear los ojos ¿De verdad se esperaba que cayera en esa vil mentira?— De verdad, lo conocí en clases de Pole Dancing.


— ¿Clases de qué? —Habla Enzo incrédulo y ella niega sonriendo.


— De Pole Dancing —Asiente confirmando lo que su novio piensa, pero el frunce el ceño.— Ya se que no te dije y que por ahí suena algo raro. Pero lo empece a hacer antes de nuestro aniversario, te quería hacer una sorpresa y bueno después todo se volvió medio raro con nosotros...


Ella prosiguió hablando, pero de repente, Enzo se dio cuenta de lo mucho que descuido a su chica y del grave error que había cometido. No podía ni recordar cuando fue la ultima vez que si quiera la invito a cenar, pero en lo único que podía pensar ahora; era en la mujer que mas amaba, dandole explicaciones totalmente innecesarias cuando el todo lo que quería era pasar cada día de su vida al lado de ella, entonces no lo pensó dos veces.


Mientras ella hablaba, el paso su mano derecha por el cuello de Delfina y la izquierda por su cintura pegándola rápidamente a su cuerpo dandole un beso para callarla. No necesitaba oír mas, ya entendía, ya la entendía y sabia que no le alcanzaría la vida para pedirle disculpas por estos meses.


— Te amo, gorda.




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Que locas que se ponen cuando hay partido chicas, relax por favor. jsjsjdjjsj

Bueno, acá tienen la parte dos. Esta tranqui, ya se, pero me guardo lo mejor para el final jejeje.

Bueno, me alegro que les este gustando, no se olviden de votar y comenten que me gusta leerles. <3

Importante, si para mañana tiene 10 votos, subo la próxima parteee

Besito, mua.

24 [Enzo Fernandez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora