Dale, gorda I

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La relación de Enzo y Delfi se estaba muriendo poco a poco pero ninguno de los dos tenían suficientes huevos para aceptarlo.

Sin embargo, cuando se veían cruzaban la cantidad de palabras justa y necesaria. Esto no era por nada en específico, obvio que cada uno tenía cosas que no le gustaban del otro, pero sería una lista interminable de cosas si nos pondríamos a especificar. El punto es, que no se bancaban mas pero no querian hacer la convivencia pesada, entonces digamos que "fingieron demencia".

— Buenas noches. —Dijo Delfina cruzando la puerta de entrada y vió una vez más a Enzo jugando a la play tirado en el sillón.

— Buenas. —Dijo el, levantando la mano en forma de saludo y siguió su juego sin dirigirle la mirada en ningún momento.

Ella rodó los ojos y caminó hacia el cuarto para tomar una ducha mientras cruzaba por su cabeza pensamientos como:

"¿Qué le cuesta mirarme para decir 'hola'?"

"Mínimo preguntame que tal me fue."

Pero el pensaba, desde el sillón:

"Ya ni me da un beso cuando llega."

"¿Por qué llega a esta hora? Seguro estaba con otro."

Pero la verdad que el tiempo los había acostumbrado tanto a ese trato que a ninguno le afectaba lo suficiente como para hablarlo, ninguno de los dos tenía ganas de pelear y no había forma de no pelear.

Ella salió de bañarse y fue directo a la cama, él una hora después se acostó al lado suyo pero cada uno de su lado.

Ninguno de los dos se podia dormir, pero ambos se hacían los dormidos para no hablar. Hasta que Enzo rompe el hielo.

— Mañana tengo una cena del club. —Dijo sin más.

— Ah ¿Si? —Respondió ella sin interés ¿Se supone que eso era una invitación?

— Sí, ¿Vas a querer venir? —Contestó agarrando su celular.

— No sé ¿Vos querés que vaya? —Suspiró, estaba agotada de que las cosas fueran así.

— Te estoy diciendo, boluda. Igual hay que poner 300 euros.

Y fue lo único que tenía que decir para que Delfina explote.

— Ubicate, tarado ¿Con quién te pensas que estás hablando? —Contestó elevando la voz.

— Encima que te invito ¿Me estás jodiendo, Delfina? ¿Qué te pasa? Llegas a esta hora, que seguro que te viste con algun gil y ya no me hablas nada. —Responde él de la misma manera sentándose en la cama y pasando la mano por su pelo.

— Ah, no ¿Ahora es un privilegio que me invites? Andate a la mierda, Enzo. Aparte si me preguntarías algo de mi vida sería todo re distinto. —Se paró de la cama y abandonó a Enzo en la cama para buscar un vaso de agua.

— Bueno, disculpame ¿Querés que te pregunte? Dale, ¿Qué tal te cogió? —Dice persiguiéndola hacia la cocina.

— Sos un ridículo, dejame en paz. —Habló ahora caminando hacia el living.

Enzo la miró con una expresión que Delfina no podía decifrar ¿Enojo? ¿Tristeza? ¿Decepción? ¿Ira? ¿Amor?

Pero la verdad, es que Enzo estaba roto y aunque no lo dijera, el no quería que esto se terminara.

Caminó hacia el cuarto y vió el nombre de "Rami" en el teléfono de su novia.

De repente lo invadió la ira, tomó el teléfono y se lo llevó a Delfina revoleándolo en alguna parte del sillón.

— ¡Ahí lo tenés! Contestale, no vaya a ser que te pierdas la noche que te podes pasar culiando con el estando acá. —Dijo con los ojos cristalizados pero no la podía ver a la cara así que agarró el abrigo y caminó hacia la puerta.

— Enzo. —Habló ella y el no fue capaz de darse la vuelta.

Necesitaba una larga caminata y mucho pensar.

24 [Enzo Fernandez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora