VIII

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LOS MONSTRUOS DE UNTERWELT PT. III
Capítulo 8

Aranhold, el rey demonio, se enfrentó a su hijo Kodoku en la sala del trono del palacio del castillo, con su brazo derecho arraigado, atrapó el filo de la espada de su hijo mientras sus miradas se juntan.

—Kodoku, ¿por qué haces esto? —su voz era baja y seria —¿Olvidaste tu posición como principe y próximo heredero del trono? ¿Olvidaste a tu madre?

Kodoku apretó sus dientes de la rabia al escuchar esas palabras.

—¡No vuelvas a mencionarla! —musitó Kodoku de la ira.

—Tu madre murió en la miseria y el hambre causadas por los humanos y sus guerras cuando solo tenías cinco años, y prometiste que le harías a los humanos pagar por todo eso. Si me traicionas a mí y a tus ideales, también estás traicionando a tu madre y su memoria.

Los ojos de Kodoku se entrecerraron, presionaba con fuerza la espada mientras miraba a su padre con odio.

—No me importa, padre. Nunca me aceptaste como tu hijo. Siempre me viste como demasiado débil para ser rey.

—Kodoku... —Aranhold dejó escapar un profundo suspiro y agitó su mano en llamas hacia Kodoku, enviándolo por los aires.

El polvo voló y las paredes con cuadros se hicieron añicos. La espada terminó en el suelo, en medio del salón. Kodoku tosió por el poderoso impacto y se puso de pie, con los puños cerrados con rabia y odio desenfrenados en su corazón.

—No es que te vea débil, hijo mío. Sólo estoy tratando de prepararte para lo que está por venir. Ser rey no es sólo un juego de poder, es una responsabilidad inmensa. Tienes que estar preparado para tomar decisiones difíciles y hacer sacrificios por el bien de nuestra especie.

—¡No me interesa el bien de la especie! —Los ojos de Kodoku se abrieron y su mirada se fijó en la de su padre —Quiero matarte por el daño que nos has hecho.

—Si estás decidido a hacer esto, no me detendré. Pero debes saber que entrarás en una batalla que no puedes ganar.

Los ojos de Aranhold brillaron con un hambre despiadada, y Kodoku sintió un escalofrío recorrer su espalda. A pesar de su inmenso poder, Kodoku sabía que Aranhold era el más fuerte de los dos.

La batalla comenzó con un feroz intercambio de golpes y patadas, con Kodoku usando su agilidad para evadir los poderosos golpes de Aranhold. Pero Aranhold se apresuró a tomar represalias, utilizando sus habilidades telepáticas para anticipar los movimientos de Kodoku y asestar golpes devastadores.

Kodoku luchó valientemente, pero la fuerza de Aranhold lo abrumó. Con un grito salvaje, Aranhold asestó un puñetazo devastador que envió a Kodoku volando hacia atrás, estrellándose contra una pared.

Kodoku cayó al suelo, jadeando mientras Aranhold se cernía sobre él.

—Eres débil, Kodoku —se burló Aranhold —. No serás digno de liderar a mi reino con tus berrinches.

Kodoku intentó levantarse, pero la mano de Aranhold aterrizó en su pecho, presionándolo contra el suelo. Con una mirada fría y calculadora en sus ojos, Aranhold levantó la mano y desató una poderosa ráfaga de fuego hacia Kodoku.

Kodoku gritó de dolor cuando las llamas lo envolvieron y el calor quemó su piel. Rodó por el suelo, intentando apagar las llamas.

Aranhold estaba de pie junto a Kodoku, una sonrisa triunfante en su rostro. Sin embargo, en solo un instante, Kodoku se transformó en un poderoso demonio y le propinó un furioso golpe en el rostro, mandando a Aranhold volando hacia el otro extremo del salón en un chorro de llamas ardientes.

KODOKU: The First #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora