Cap. 4

7.3K 773 146
                                    


Con cada paso que daba Gojo podía sentir las miradas y los cuchicheos de sus alumnos y demás cuerpo estudiantil, lo que no le parecía común era que algunas profesoras y uno que otro personal administrativo le miraran y dijeran cosas entre susurros.

¡Mierda! ¿Habrán reconocido a Geto?

El albino le había dicho en varias ocasiones ya que si querían mantener esto en secreto, en lo cual Gojo no tenía ningún problema, debe de controlarse más con referente a llevarle a la escuela y recogerlo cuando estaba en casa y libre de trabajo. La mayor parte del club de fans de Geto eran adolescentes, que era exacto el cuerpo estudiantil de la institución.

Sería reconocido en segundos.

Gojo observó de reojo a todo mundo, algunos le miraban de más, otros se quitaban de su camino y algunos más lo miraban dos veces. Eso comenzaba a cansarse, sabía que le había dicho que no a Geto sobre ser un mantenido pero se lo estaba pensando seriamente en ese instante.

A todo eso se le unía el malestar de cadera y trasero que tenía por andar de caliente la noche anterior.

Debí pensar en que hoy era día laboral, con un demonio.

Entró en su oficina y dejó su maletín en el lugar mientras recordaba cómo fue la despedida en el coche con Geto. El pelinegro se había puesto caliente y quería meterle mano en ese instante, Gojo tuvo que tener demasiado autocontrol para no decirle que si. No es que no hubieran tenido sexo en el automóvil anteriormente pero eso fue en un estacionamiento de noche y sin tantas personas alrededor.

— ¿A qué hora sales? —preguntó el pelinegro mientras se recargaba en el asiento y giraba su cabeza para mirar a su pareja.

— Dos de la tarde —Gojo le miro y sonrió, observo las manos grandes de Geto que reposaba sobre el volante, el anillo estaba ahí.— Esto se siente como si fuéramos una pareja de estudiantes, aunque no extraño esos tiempos para nada.

— ¿Estamos haciendo juegos de rol? —la mirada del pelinegro se volvió salvaje— ¿Acaso estas calentando motores para mas al rato?

— No, solo fue un comentario —se apresuró Gojo a decir— Aunque no estaría mal...

El albino noto el instante en que una sonrisa perversa se formó debajo del cubrebocas de su pareja.

— No hoy, mi trasero no lo soportaría...

— ¡Eres un debilucho!

— Di lo que quieras, como tu no eres al que le meten un palo por el trasero.... —Los dedos de Geto se posicionaron por encima de los labios del ojiazul.

— ¡Hey mas respeto, que es grande pero no delgado!

Gojo miró a Geto a los ojos y luego los rodó, el pelinegro soltó una carcajada.

— ¡Realmente extrañaba esto! Tu siendo...

— ¿Yo siendo que? —pregunto retadoramente Gojo.

— Tu eres un encanto etéreo! —término Geto, el albino sabía que esas no eran las palabras que diría.

Negando se quitó el cinturón de seguridad y tomó sus maletas del espacio en sus pies. Luego se giró a Geto, lo miró un momento, ¿sería prudente darle un beso ahí en plena vía pública?

— Ya bésame —dijo el tatuado mientras se quitaba de una de las orejas la mascarilla, del lado que no deba a la ventana.

Gojo se acercó al contrario y lo beso, cariñoso, saboreando.

El esposo del profesor ¹ ↦SugusatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora