𝟎𝟒| 𝙵𝚊𝚜𝚝𝚒𝚍𝚒𝚘𝚜𝚊 𝚎 𝚒𝚛𝚛𝚒𝚝𝚊𝚗𝚝𝚎

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Y en efecto. La florería ya estaba cerrada, Gustav se maldijo una y otra vez a puños cerrados a sí mismo. Sus ojos de avellana le echaron una miradita a la rubia, pareciera que en cualquier momento se soltaría a llorar

—Esto es malo, debería llamar a Bill y a Tom—Dijo mientras sacaba el móvil un poco desesperada

—¿Crees que no puedo hacerlo yo mismo?—Indago con la voz seca, mirándola fijamente a los ojos—Guarda el móvil, y finge que no me conoces si llega a pasar algo—

—¿Cómo?—
—Caminaras hasta la colonia, te veré ahí, es para que no me estorbes—
—¿Estorbarte?¿Yo?—Respondió
—Si, eso fue lo que dije ¿Tienes un problema con tus oídos?—

—Maldito, deberías callarte como Tom me ha enseñado—Susurro entre dientes con los puños cerrados
—¿Dijiste algo?—
—No, nada—Contestó
—Pues bien. Alejate, y recuerda, no nos conocemos—

Ella asintió y volvió a atravesar la avenida esperándolo de ese lado, podía ver cómo el rubio se colocaba el gorro de forma correcta para que así pudiese cubrir un poco de su rostro. Se puso frente a la cortina del local. Suspiro un poco frustrado recordando que esta seria la primera locura de su vida, y ¡Joder solo para complacer a una rubia!

Saco sus llaves y se agachó directamente a tomar los candados, siempre cargaba con un especie de llavero muy valioso, pues no solo era un llavero, a veces servía como un destapador de cerveza, una pequeña cuchilla, incluso un desarmador. Había gente pasando en la banqueta pero ninguno le tomaba importancia. "Click" el candado se abrió, ahora era turno de levantar la cortina, se guardó las llaves en sus bolsos y se puso en forma, alzó la cortina hasta dejar un espacio para entrar, cuando lo logro no dudo y entró, el local estaba algo tétrico, estaba oscuro pero olía bien, tal vez era el perfume de las flores, sacó el móvil y encendió la linterna iluminando su espacio

—¿Bueno y qué tipo de rosales le gusta a papá he?—Susurró a sí mismo al ver toda especie de colores y jarrones

—No tengo idea, pero si no sales ahora, llamaré a la policía—Una voz femenina sonó detrás de su espalda

Este se giró de inmediato hasta montarle la linterna en la cara, encontrándose con un rostro femenino

—¡AAAAAAaaaaa!—
—¡AAAAAAAAA!—

Ambos gritaron en unísono, la gente que pasaba afuera del local podía escuchar los gritos, pero de nuevo ninguno le tomaba importancia. La chica encendió la luz del local, dejándose ver con claridad, asustada y entre las manos un jarrón como arma para defenderse

—¡Llamaré a la policía!—

—¡No, no, no,!—Dijo tratando de tranquilizar a la joven—No he venido a robar, o bueno tal vez pareciera que si, pero te juro que iba a dejarte los billetes, solo necesito unos rosales, es urgente, no soy un ladrón, de verdad lo necesito—

La joven, asintió un poco dudosa, dejando el jarrón en su lugar con lentitud, aún asustada

—¿Ibas a dejarme los billetes?—
—Te juro que si—Contesto Gustav mientras sacaba de su cartera algunos euros y se los extendió
—Bueno, vale, estaba haciendo mi cuenta del día por eso aún estaba aquí—
—De verdad lo siento, no quería asustarte—Contestó

El rubio empezó a pasearse por todo el local buscando algunos rosales, jamás había comprado uno, mucho menos para un hombre mayor

—Creo que a tu novia podían gustarle las rosas rojas, a las chicas eso les fascina, el rojo significa, amor y la iniciativa de algo—
—Uhmm....—Musito sin tomarle importancia
—Pero sobre todo pasión—

𝗠𝘆 𝗡𝗲𝘄 𝗡𝗲𝗶𝗴𝗵𝗯𝗼𝗿; Gustav SchaeferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora