𝟐𝟑| 𝙿𝚊𝚕𝚊𝚋𝚛𝚊𝚜 𝚛𝚘𝚝𝚊𝚜

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Ryan, con una expresión seria y decidida, miro a Jane a los ojos después del beso

—Jane, estoy cansado de que las cosas sean así— dijo, su voz firme y llena de sinceridad—Quiero algo bien contigo, algo serio, algo sincero. No puedo seguir fingiendo que no me importas—

Jane, sorprendida por la intensidad de sus palabras, se quedó sin saber qué decir. Su mente estaba llena de confusión y emociones encontradas. Miro a Ryan, tratando de procesar lo que acaba de escuchar.

Ryan miró a Jane con una mezcla de nerviosismo y esperanza en sus ojos. Después de tomar una profunda respiración, finalmente se decidió a hablar

—Jane— comenzó, su voz temblando ligeramente—Sé que esto puede ser inesperado y quizás un poco abrumador. Pero tenía que decirlo. Me importas más de lo que puedo expresar con palabras, y no podía seguir guardando esto dentro de mí—

Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas

—No tienes que responderme ahora. No quiero presionarte ni hacerte sentir incómoda. Solo quería que supieras lo que siento. Puedo esperar, el tiempo que necesites. Lo único que importa es que estés bien y que tomes la decisión que sea mejor para ti—Ryan sonrió suavemente, tratando de transmitir calma y paciencia—Estaré aquí, siempre, sin importar lo que decidas—

Ryan observó cómo Jane procesaba sus palabras, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y contemplación. El silencio entre ellos era cómodo, lleno de entendimiento y sin necesidad de ser roto apresuradamente.

Después de unos minutos, Jane finalmente levantó la mirada y sonrió, aunque sus ojos mostraban una mezcla de emociones

—Ryan, no sé qué decir. Esto es… mucho para asimilar—

Ryan asintió, su expresión suave y comprensiva—Lo sé, Jane. Y no espero que tengas una respuesta inmediata. Solo quería ser honesto contigo. Lo que siento por ti es real, pero no quiero que te sientas presionada—

Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones. La confesión de Ryan había sido inesperada, y aunque una parte de ella se sentía halagada y conmovida, otra parte estaba llena de incertidumbre, independientemente de su decisión, su relación con Ryan ya había cambiado. La sinceridad de sus sentimientos había abierto una nueva dimensión en su amistad, y ahora dependía de ella decidir cómo avanzar.

Ryan se acercó a Jane con una determinación inquebrantable en sus ojos. Había notado su cansancio y la preocupación en su rostro, y sabía que no podía dejarla ir sola esta vez.

—Esta vez voy a llevarte a casa. No acepto un no como respuesta—

Jane levantó la mirada, sorprendida por su tono decidido—Ryan, de verdad, no es necesario. Puedo ir sola—

Ryan negó con la cabeza, su expresión seria pero afectuosa— No voy a dejar que te vayas sola. Me preocupo por ti y quiero asegurarme de que llegues bien a casa. Por favor, déjame hacer esto por ti—

Jane vio la sinceridad en sus ojos y supo que no había forma de cambiar su decisión. Suspiró, pero una pequeña sonrisa apareció en sus labios

—Está bien, Ryan. Gracias—

Ryan y Jane caminaron juntos por las calles tranquilas, iluminadas por las farolas. El aire de la noche era fresco y agradable, y el sonido de sus pasos resonaba suavemente en el pavimento.

𝗠𝘆 𝗡𝗲𝘄 𝗡𝗲𝗶𝗴𝗵𝗯𝗼𝗿; Gustav SchaeferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora