𝟐𝟐| 𝙴𝚗𝚏𝚛𝚎𝚗𝚝𝚊𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚁𝚢𝚊𝚗

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La botella giró, y en un giro inesperado, la boquilla le dio la espalda a Gustav. Pero, como si el destino jugara con las emociones, apunta directamente hacia Jane. Sus ojos se encontraron con los de Gustav, y en ese pequeño instante, la habitación VIP se llenó de silencio

—¡Oooooooo!—Murmuraron los presentes

Jane se levantó sin decir una palabra y caminó hacia el baño. Gustav la siguió, y en ese breve instante, la habitación VIP se llenó de murmullos emocionados. Los demás observaban con curiosidad, preguntándose si había la posibilidad de que pasara algo.

El sonido de la puerta cerrándose resonó en el pequeño espacio del baño. Gustav y Jane quedaron solos, envueltos en un silencio profundo. Las luces tenues pintaban sombras en las paredes, y el aire parecía cargado de expectación.

Gustav se apoyó contra el lavabo, su mirada fija en Jane. Ella, con el corazón latiendo desbocado, no sabía qué decir.

—Las reglas del juego me parecen ridículas—Susurro Gustav

—¿Te parece ridículo estar aquí conmigo?—

La habitación se estrechó a su alrededor cuando Gustav se inclinó hacia Jane, acorralándola contra la pared. Su aliento rozó su piel, y el mundo se redujo a ese momento. La espalda de Jane chocó contra la superficie fría, y su corazón latió con una urgencia que eclipsaba todo lo demás.

—No necesito un juego para estar a solas contigo—

El aliento de Jane se detuvo cuando Gustav habló. Sus palabras resonaron en el pequeño espacio del baño, llenando el aire con una tensión inesperada.

El aliento de Gustav rozaba los labios de Jane, y el mundo se estrechaba a su alrededor. Pero en ese instante, como un eco lejano, las palabras de Tom resonaron en su mente

—Debes ser firme.

Jane retrocedió, manteniendo distancia con él. Su corazón latía desbocado, y la habitación parecía más pequeña, como si el aire se hubiera vuelto denso.

—Es mejor si esperamos en silencio mientras terminan los tres minutos—

Él la miró, sus ojos oscuros llenos de interrogantes. Jane se aferró a su determinación, recordando que no podía perderse en el abismo de emociones sin una brújula clara.

—Has aceptado el turno porque ¿No tenías de otra?—Preguntó Gustav

—Solo estoy cumpliendo con las reglas del juego—

—Hacer algo entre nosotros es parte del juego—

—Si, pero yo no quiero hacer nada, y eso también es parte del juego—Contestó Jane en seco.

Gustav, con la mirada cargada de tristeza, retrocedió un paso. El silencio entre ellos se volvió más denso, como si las palabras no fueran suficientes para expresar lo que sentía. Jane, por su parte, se aferraba a su determinación, aunque su corazón también latía con pesar.

Los tres minutos llegaron a su fin, y Jane y Gustav salieron del baño con los rostros serios. Los demás jugadores los observaron con curiosidad, preguntándose qué había ocurrido detrás de esa puerta cerrada

La botella gira, y con cada giro, la risa se desborda. Algunos titubean al caminar, sus rostros iluminados por entrar al baño, unos salen entre sonrisas, otros se desnudan al par de ser bateados.

𝗠𝘆 𝗡𝗲𝘄 𝗡𝗲𝗶𝗴𝗵𝗯𝗼𝗿; Gustav SchaeferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora