❦ 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 𝟏𝟏 ❦

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Cuando salieron del apartamento, eran casi la medianoche, ambos salieron con una sonrisa inevitable, como si fuera unos adolescentes que acababan de hacer alguna travesura, pero no se podía negar la satisfacción que ambos habían tenido.

—Y pensar que hace unos días me diste una bofetada por infiel— mencionó el castaño y Dong Min torció su rostro en desagrado.

—Me diste motivos, cállate— besó a su esposo mientras este buscaba como abrir la puerta del auto y lo arrinconó sobre este para besar su piel salada.

—Lo que tu digas, mi amor— enterró su mano en sus negras y mojadas hebras, profundizando una danza que al primer choque de sus labios se estableció.

—De-¡Mhhg! Suéltame— el castaño jaloneó hacia atrás su cabeza y miró claramente aquellos ojitos brillantes que le hacían caer ante cualquier y mínima provocación.

—Me encantas demasiado, bebé.

—Y a mí me encantaría que me dieras mi espacio personal— se quejó poniendo sus manos sobre su pecho apartandolo —Huelo mal y todo es tu maldita culpa.

—¿Mía? ¿Acaso te obligué a tener sexo? Te recuerdo que has estado insistiendo con eso— se defendió con burla en su voz.

—¿Cómo quieres que me resista, idiota?— el alfa se encogió de hombros no dándole importancia —¡Como sea! Voy sudado, lleno de semen y con la ropa sucia gracias a ti. Así que cuando lleguemos a casa, hazte responsable.

No esperó más, lo besó de vuelta sonriendo ladino al verlo tan sumiso y complaciente, como su omega se dejaba besar y acariciar sin rechistar le daba entender que nunca más tendría otra escena de celos enfermizos frente a él. Aunque estaba disfrutando demasiado.

—Voy a quitarte la ropa cuando lleguemos a casa.

Dong Min tragó duro y jadeó. Tal vez a partir de ahora tendría más cuidado con sus palabras y deseos.

Los rayos brillantes del sol entraban por su ventana entre medio de las blancas cortinas, se removió y soltó un quejido al hacerlo

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Los rayos brillantes del sol entraban por su ventana entre medio de las blancas cortinas, se removió y soltó un quejido al hacerlo. Su cadera y espalda dolía horriblemente, pero al abrir sus ojos con pereza, todo dolor se disipó al ver al castaño y hermoso hombre a su lado con el que tenía sus piernas entrelazadas.

Al llegar a casa, parecía que el libido de su marido solo iba en ascenso y... Bueno... Su noche de pasión continuó en el momento que el alto lo empujó en la cama y subió sobre su cuerpo cumpliendo con su palabras.

Arrancó, literalmente, su ropa dejándolo nuevamente a su merced y haciendo aquella noche larga y satisfactoria donde solo buscaban tener aquel acercamiento extrañado por ambos.

Lo admiró por unos segundos que en realidad para él se hicieron eternos y sintió su corazón endulzarse tanto al ver a su esposo abrazado a su pecho, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello, casi como si él pudiera darle algún tipo de protección.

My Sweet Baby |❦︎| BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora