Danielle estaba acostumbrada a comer comida basura, hamburguesas de cadenas de comida rápida, bandejas de comida precocinada y, sobretodo, toneladas y toneladas de bollería industrial. Por eso, cuando la pequeña galleta de chispitas de chocolate rozó sus papilas gustativas, no pudo evitar cerrar los ojos y gemir con satisfacción.
—¿Te gustan las galletas, Danielle unnie?
Danielle estaba demasiado concentrada degustando el dulce como para contestar, demasiado concentrada incluso como para procesar el apodo de Hyein, así que se limitó a asentir con la cabeza.
—¡Las hice yo! Bueno, Hae me ayudó un poquitín. Ella mezcló los ingredientes y les dio forma, y también las puso en el horno... ¡pero yo les puse las chispitas de chocolate! Y todo el mundo sabe que la parte más importante de una galleta son sus pepitas —declaró Hyein con orgullo.
Haerin rió y negó la cabeza, pensando que su hermana no tenía remedio, mientras Danielle miraba con admiración a la omega. ¿Había algo que no supiera hacer?
—Son las mejores galletas que he comido nunca —dijo con franqueza.
Aquella merienda era casi tan dulce como las sonrojadas mejillas de Haerin. Danielle solo quería apretarlas entre sus manos y besar los abultados labios de Haerin, quería comprobar hasta qué punto el tierno rostro de la omega podría sonrojarse.
—Eres una exagerada, unnie —dijo Haerin apartando su mirada avergonzada y sin poder retener una tímida sonrisa halagada.
—¡Hae es la mejor cocinera del mundo! Siempre me hace pasteles y bollos, mamá dice que, si sigue dándome de comer, me pondré redondita como una pelota.
Hyein acompañó sus palabras abriendo sus brazos alrededor de su cuerpo e hinchando mucho sus mofletes, como si fuera una persona muy gorda. Haerin rió suavemente y miró a su pequeña hermana con ternura.
—Creo que mamá tiene razón, no debería darte más dulces.
—¡No, Haerin! ¡Los dulces no! —exclamó Hyein alarmado y su hermana mayor volvió a reír.
—Solo bromeaba, pequeña —dijo revolviéndole el pelo a la asustada niña.
Danielle solo sonreía al tiempo que degustaba otra de las deliciosas galletas. Antes de llegar a casa de Haerin, pensó que no sabría cómo actuar ni qué decir, que se sentiría incómoda delante de la dulce omega, nerviosa, y que terminaría por espantarla, sin embargo, estar entre los dos hermanos era, de alguna manera, reconfortante. Aquel lugar era acogedor, y la dulzura de Haerin parecía impregnar cada rincón de la casa, llenándola de luz y envolviendo a Danielle en una esponjosa nube de felicidad.
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intocable ⋆ daerin
Любовные романы❛❛Tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción! Danielle es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello castaño y mejillas regordetas. ¿Será capaz de d...