Especial 3: Bbangsaz 2/2

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Minji había tardado dos horas de reloj para decidir qué se pondría en su cita con Hanni

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Minji había tardado dos horas de reloj para decidir qué se pondría en su cita con Hanni. Al final acabó eligiendo unos jeans con rotos en las rodillas, un gran jersey de lana gris y unas gafas de montura redonda. Llegó diez minutos tarde. Corrió desde su casa, hasta doblar la esquina del cine y detenerse en seco. Hanni ya estaba allí, esperándola apoyada contra el muro de ladrillos. El sol se reflejaba en su cabello pelinegro y arrancaba destellos de su piel levemente bronceada. Vestía unos ajustados pantalones negros y una camisa blanca que demasiado grande. Hanni sonrió, era demasiado hermosa.

Camino hacia ella, intentando normalizar su respiración tras la carrera. Tenía miedo de que la omega estuviera enfadada por su retraso (el del tiempo), pero, cuando sus miradas se cruzaron, ella sonrió, y fue la sonrisa más bonita del mundo.

—Lo siento por llegar tarde.

—No importa, la película empezaba en veinte. Aunque tendrás que compensarme por dejarme sin palomitas, no tenemos tiempo para comprar.

Minji asintió, realmente aliviada porque la omega no se hubiera enfadado con ella, no quería cagarla en su primera cita. Su primera cita, qué bien sonaba aquello. Esperaba que fuera también la primera de muchas.

Se dirigieron a comprar las entradas, les atendió una simpática beta que no dejó de sonreírle a Hanni en ningún momento. Minji frunció el ceño.

—Aquí tienes tu cambio, linda —dijo el chico y le guiñó descaradamente un ojo.

Minji sintió su pecho vibrar en un suave gruñido. Ella no era así, era una persona alegre y tranquila, los celos no iban con ella, pero con Hanni... era diferente. Había salido con otras omegas antes, omegas verdaderamente hermosas, pero ninguna se acercaba mínimamente al de sonrisa cuadrada y manos finas.

Hanni rió suavemente, aquel gruñido no le había pasado desapercibido. Minji no dijo nada, pero ella sabía que estaba celosa. Le pareció adorable. Cuando el cajero le dio las entradas, se giró y se puso de puntillas para dejar un casto beso sobre la mejilla de el alfa.

—¿Vamos, cariño?

La cara de Minji no tuvo precio. Boqueó como un pez fuera del agua y abrió los ojos en desmesura. Si no hubiera sido porque Hanni le cogió la mano y tiró de ella, se habría quedado clavada en el suelo, bloqueando la cola. Pero feliz, muy feliz. No le preguntó por qué lo había hecho, el cálido cosquilleo que le recorría la mejilla allí donde los suaves labios de Hanni se habían posado le impedía pensar con claridad. Lo único que tenía claro, era que quería que se repitiera.

Cuando entraron a la sala, los tráilers ya habían empezado. Se acomodaron en silencio y esperaron a que diera comienzo la película.

intocable ⋆ daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora