❛❛Tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción!
Danielle es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello castaño y mejillas regordetas. ¿Será capaz de d...
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—¡Danielle!
Detuvo sus pasos cuando escuchó la voz más bonita del mundo pronunciar su nombre. Una sonrisa automática se dibujó en sus labios al tiempo que se giraba y veía correr a la omega hacia ella.
—Buenos días, Danielle...
Los brazos de Haerin le rodearon momentáneamente, y el calor se expandió por su pecho. El dulce aroma de la omega le envolvió, mejorando su mañana al instante. Definitivamente, podría acostumbrarse a eso.
—Buenos días, Hae —respondió cuando el contacto se rompió.
Las dos chicas continuaron juntos su camino a clase, charlando sobre lo deliciosas que estuvieron las magdalenas de Haerin del día anterior, mientras todos y cada uno de los estudiantes que estaban en el pasillo contemplaban la escena incrédulos. Los cuchicheos y las miradas indiscretas les precedían, y es que, no todos los días se veía a la estudiante más dulce y más deseada de todo el instituto abrazar a la alfa más temida. Aquello era como ver a un conejito darle la patita a un tigre; antinatural. Aquella amistad iba contra todas las leyes naturales de los círculos sociales adolescentes. ¿La marginada y la popular? ¿Esto qué es, una novela cliché de Wattpad?
Hanni ya estaba en clase esperando a su mejor amiga con una de sus sonrisas rectangulares, que lentamente se desvaneció al verla entrar charlando animadamente con Danielle. Cuando la castaña le vió, le dedicó una gran sonrisa y se dirigió hasta ella, arrastrando a la alfa a su lado.
—Han, ella es Danielle unnie. Danielle, ella es Hanni. Seguro que nunca los han presentado —habló Haerin animadamente.
—No, nunca había tenido el... placer —dijo Hanni con notable ironía.
Danielle quería alejarse lo más pronto posible, no le gustaba conocer a gente nueva, y que la amiga de Haerin la mirase como si fuera una secuestradora de niños en una furgoneta blanca, tampoco ayudaba. Pero Haerin se veía tan feliz, tan ilusionada, con sus pequeños ojos brillando de felicidad, como si nada le hiciera más ilusión que presentarlas, como si de verdad a ella le importara. Aquella niña era su perdición. Danielle se obligó a poner su expresión más neutral y a mirar a Hanni.
—Encantada.
La chica le miró como si le hubiera salido otra cabeza.
—Igualmente... —respondió desconfiada.
Haerin aplaudió alegre.
—¿Ves, Nini? Te dije que Danielle era genial.
Hanni asintió sin convicción, no queriendo discutir con su amiga. Mientras, Danielle solo podía pensar en que Haerin creia que era genial. No pudo evitar sonreír, aunque, cuando se dio cuenta de que Hanni le observaba con el ceño fruncido, volvió a su expresión neutro