❛❛Tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción!
Danielle es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello castaño y mejillas regordetas. ¿Será capaz de d...
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Aquel día también habían tenido gimnasia, atletismo, concretamente. Todos y cada uno de los músculos de Danielle se resentían a cada paso que daba. Entró al vestuario y arrugó la nariz con desagrado, allí apestaba a alfas sudorosos, y el dulce aroma de Haerin no estaba ahí para camuflarlo; la profesora le había mandado recoger el gimnasio. Seguro que lo único que quería era ver cómo la omega se agachaba a recoger los conos del circuito. Danielle gruñó ante esa idea. Abrió su taquilla y sacó su bolsa de deporte, se quitó la camiseta y la cambió por una limpia, después hizo lo mismo con los pantalones.
—Ya lo creo, es increíble.
La voz de Shin Yuna llegó a sus oídos desde un par de taquillas de distancia. Hablaba animadamente con Yeh Shuhua, una beta que solía rodearse de alfas y que no le caía demasiado bien a Danielle.
—Es la omega perfecta, casi de ensueño. Es dulce, es atenta y tremendamente guapa —dijo la beta.
—Y, no nos olvidemos, de que está buenísima. ¿Ese culo es normal? No puedo mirar a otro lado cuando corremos.
Las dos amigas ríeron socarronamente y Danielle apretó los puños. No podían estar hablando de quién ella creía que estaban hablando.
─¡Ya te digo! Haerin volvería loca a cualquiera, cómo me gustaría marcarla y poder folla...─
Oh, sí, lo estaban haciendo.
Danielle cerró la taquilla con tanta fuerza que hizo vibrar todas las demás. El vestuario se sumió en un pesado silencio. Lentamente, como un lobo acorralando a su presa, se acercó a las otras dos chicas que le miraban con una mezcla de curiosidad y temor. Destellos rojos manchaban las marrones pupilas de la alfa. Danielle Marsh estaba enfadada de verdad.
—Me gustaría formar parte de su conversación, ¿de quién hablaban? —preguntó con la miel bañando sus palabras. Era una trampa.
—De... de Kang Haerin —respondió Yuna temerosa.
Nunca había hablado con Danielle, nadie lo había hecho en realidad. Bueno, nadie excepto Haerin. Tragó saliva en cuanto se dio cuenta de que la había cagado pero bien.
—Ah, sí, Haerin. Es una gran omega, ¿verdad? ¿Qué decías que te gustaría hacerle, Yeh? —volvió a preguntar, apretando la mandíbula y mirando a Shuhua con fingida curiosidad. Danielle era la aparentemente inofensiva Venus Atrapamoscas que esperaba pacientemente para devorar a su presa.
La beta retrocedió un paso asustada. Todas las historias que había escuchado sobre Danielle Marsh se sucedían en su cabeza como pequeños y terroríficos sketches, en ese momento, la imponente alfa se cernía sobre ella con la furia homicida dibujada en su rostro. Ninguna de aquellas historias era cierta, pero Danielle estaba dispuesta a hacerlas todas realidad con aquellos dos imbéciles que habían mancillado el nombre de Haerin. ¡Solo ella podía fantasear con la omega! ¡Solo ella podía mirarle!
