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Pov Pablo:

-Jo, Pablo, que mal perdedor eres. - dice Candela mientras se servía un poco más de agua. Estábamos todos cenando juntos mientras mi familia reía de nuestra estúpida discusión sobre el partido de play.

-Pero que dices tía, si te he dejado ganar.- le contesto restándole importancia a los reclamos.

-Pablo, te he ganado 4 a 0.- dice Cande mientras todos ríen. Cande me saca la lengua y sonrío al verla. Ruedo los ojos y me hago el ofendido. En cualquier otra situación estaría muy cabreado, no me gustaba perder en nada, y a lo mejor si que era mal perdedor, pero con Candela era distinto. 

Javi, el novio de Aurora, cambió el tema de conversación y todos empezaron a charlar. Me quede en la sonrisa de Candela y observé lo bien que se llevaba con todos. Era el alma de la fiesta. Tenía una luz propia y nadie podía dejar de verla. Era hipnótica. Nunca había comprendido por qué toda España la amaba tanto, hasta hoy. 

No presté mucha atención a lo que hablaba mi familia, simplemente mire a mi alrededor y sonreí. Esta comodidad y paz era todo lo que necesitaba en esta vida.

En ese preciso momento llegue a una conclusión: el día que finalmente traiga a una chica a conocer a mi familia tiene que ser exactamente como Candela. 

Tiene que llevarse bien con mi hermana, ser mi cómplice y hacerle burla a mi cuñado por sus chistes malos, reírse con mi padre y ser completamente amada por mi madre.

Tiene que tener esos ojos azules que me hacen recordar al mar de las playas más lindas de España. Esa sonrisa contagiosa y esa inteligencia que deslumbra cada vez que habla.

Tiene que ser culé (sin discusión). 

Tiene que saber algo de fútbol y poder jugar al fifa, porque si no sería muy aburrido. 

Tiene que ser morocha, como Candela. 

Tiene que tener sueños y metas propias. Tiene que ser igual de graciosa que Candela. Tiene que ser amable, como Candela. 

Pero de ninguna manera Candela podía ser esa chica. Jamás funcionaría. Nos odiamos mutuamente desde el día uno y así seguirá siendo. 

Es la hermana de Pedri y no estoy dispuesto a ser odiado por mi amigo, compañero de equipo, y chofer personal. Además, Candela planea volverse a Madrid. Jamás funcionaría.

Jamás.

-¿Estás bien?- me pregunta Candela mientras posa su mano sobre la mía. Asiento y carraspeó tratando de volver a la realidad. Muevo mi mano, haciendo que la de Candela se mueva, y la dirijo al vaso de agua. 

Me quedé toda la cena perdido en mis pensamientos. La idea de que Cande viniera a cenar todos los domingos con mi familia no me dejaba en paz. Sabía que podía acostumbrarme a pasar tiempo con ella y no podía permitir que eso pasara. No podía acostumbrarme a Candela. Ella se va a ir, y yo me voy a quedar aquí. 

Ademas, Candela ha venido aquí por un trato. Porque me lo debía. No por otra cosa. Seguramente mañana se olvide de mi familia y solamente se los cruce en el algún partido importante y haga como si nada. 

-Bueno, muchísimas gracias por todo. Han sido majisimos de verdad.- dice Candela al rato de haber terminado de cenar. - Fue un placer y ojalá nos sigamos viendo seguido.- sonríe mientras abraza a uno por uno.

-Aquí estas invitada siempre.- responde mi madre sin soltarla del abrazo. Parece que la quiere mas que a mí.

-Si, y te escribo el sábado a ver si vamos a la disco que te he dicho.- dice mi hermana.

delicate- pablo gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora