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Bajo la sombra de su madre, la gran Dama Búho, Eve está en un camino de la búsqueda de la verdad y su propia identidad. Pero el Guardia Dorado se topa en su camino para hacer las cosas un tanto interesantes...
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La madre de Luz era muy amable, los recibió a todos de una manera tan cálida que por un momento, Eve olvidó todo lo que había ocurrido. Claro que todos seguían abatidos por lo que pasaron los últimos días, pero eso no impidió que pudieran disfrutar de la deliciosa comida que Camila había preparado.
Una vez que habían terminado la cena, todos se sentaron en la mesa con la señora Noceda, merecía una explicación, y con algo de tiempo... finalmente entendería la compleja situación.
– Por ahora todos deberían descansar... están a salvo aquí – les dijo la adulta con dulzura finalizando la conversación, y bastó con que pasaran unos minutos para que comenzaran a preparar sus espacios para dormir. La pelirroja prefirió dormir en el sofá esa noche, no era que no le gustara pasar el tiempo con sus amigas, simplemente, necesitaba un momento a solas.
Aunque Camila les aseguraba que estaban a salvo, no podía olvidarse el rostro macabro de Belos y las incontables veces que ha intentado matarla. La seguía llamando Evelyn, y no entendía por qué, ¿quizá ella se parecía a una vieja enemiga de Belos?
No estaba segura de si encontraría todas las respuestas que necesitaba. Le hubiera gustado tanto que su madre esté allí con ella para darle uno de sus fuertes abrazos.
Eve, búscame...
Esa voz. Pensó la pelirroja, mientras miraba para todas partes buscando de dónde provenía ese sonido. Aunque la haya escuchado antes, no era nadie que pudiera reconocer, estaba segura de que su memoria retendría aquella misteriosa voz, tenía capacidad para reconocer gran variedad de sonidos.
— ¿Eve? ¿Te encuentras bien? —
La chica se dio la vuelta, encontrándose con Luz, quien la miraba preocupada.
— ¡Luz! Yo... claro, solo recordaba algo — mintió, haciendo lugar en aquel sofá permitiéndole a su amiga sentarse junto a ella.
— Te traje algunas mantas, quizá te cueste adaptarte al clima del Reino Humano, no es como en las Islas Hirvientes que siempre hace calor — expresó dejando la pila de mantas en uno de los cojines.
— Excepto en la Rodilla — bromeó la pelirroja.
— ...Excepto en la Rodilla — la morena le dio la razón a su amiga sonriendo un poco, para después volver a su seriedad.
— Creo que tu eres la que no se encuentra bien — Eve miró a la humana, preocupada. Ninguno de sus amigos sabía la verdad todavía, Luz tenía miedo de que si uno de ellos se enterara, algo malo pasaría.
— Solo... en algún otro momento me imaginé que regresaría a casa pero, creí que sería para que King, Eda y tu la conocieran — suspiró sentándose en el sofá — no creí que sería para escapar de las Islas Hirvientes —
La pelirroja comprendió el malestar de la chica, sabía bien que algo más le pasaba por la mente, pero no quizo indagar demasiado, pues quería respetar la privacidad de la muchacha.
— Todo se mejorará Luz, dentro de unas semanas de seguro estaremos allí de nuevo, rescataremos a mi madre y todo volverá a la normalidad — ella la abrazó convenciéndose de que eso haría sentir mejor a su amiga. Pero no fue así.
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