𝑽𝑰𝑰. 𝑪𝒆𝒍𝒐𝒔

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❝ YOU BREAK MY HEART WITH A BLINK OF AN EYE ❞

A su regreso de Madrid, lo primero que hizo Tiago fue visitar a su madre y hermana. La familia conformada por omegas se unió en un gran abrazo. Platicó con su madre, le habló con gran emoción de sus conciertos en España, le contó anécdotas con sus amigos y comieron en familia. Después de un rato, su hermana menor, Ámbar —de quien se decía que era una copia de él pero con cabello largo—, una hermosa omega de quince años, le dijo que tenía algo que platicarle.

Estaba escuchando a Ámbar hablando de un chico que quería cortejarla pero a ella no le convencía y su mente se dirigió a su propia relación con el alfa teñido, aquel que le ganaba por unos dos años, aquel que se podía sacar un freestyle del orto en cualquier momento.

—¿Estás bien? —preguntó su hermana, extrañada por el comportamiento de su hermano mayor.

—Ah, sí, perdón, Amby... Sí, ¿entonces qué harás con ese chico?

—Es lo que te estaba preguntando —dijo ella y Tiago sonrió con vergüenza.

—Lo siento, ando algo cansado...

—¿Querés dormir un poco? —preguntó la menor y ante el asentimiento de su hermano, salió de la habitación y lo dejó descansando; antes de tomar siesta, Tiago decidió revisar tantito sus redes sociales.

No sabía qué sentir o decir cuando vio la historia de Lit, en donde estaba muy sonriente con Tuli Acosta. Una parte de su corazón dolía y su omega empezaba a sentirse triste. Pasó de la historia y trató de dormir. En sus sueños nada podría hacer sentir ese dolor.

Dos días después, regresó a casa con sus amigos. María, Enzo y Thomas lo abrazaron y le preguntaron cómo se sintió.

—¡La rompiste, Tiaguito! —exclamó la mujer alfa, con una sonrisa de orgullo que logró contagiarle.

—¿Y Lit? —se animó a preguntar. Creía que el alfa teñido sería el primero en ir a recibirlo.

—Está... —inició Thomas, siendo callado por Enzo y María y ante esto, el omega de gruesos labios frunció el ceño por tanto secretismo.

—¿Qué pasa? Chicos, de verdad...

—Está con Tuli —confesaron después de un rato. Aquello no le dolió mucho pero lo hizo sentirse algo decepcionado. ¿Estaba celoso?, se preguntó. Negó con la cabeza. —¿Estás bien, Tiago? —Fue la voz de Rusher la que lo sacó de sus pensamientos.

—Sí, gracias, no pasa nada...

Tiago se encerró en su habitación, con los ojos llenos de lágrimas y un sentimiento de dolor en el pecho. Se mordió el labio en un intento de no llorar pero finalmente no pudo evitarlo y empezó a llorar, escondiéndose en su almohada, la cual terminó aventando por tener impregnado el aroma de Mauro. A la noche, llegó el susodicho alfa, con una sonrisa. Los amigos lo miraron, menos Tiago, quién siguió viendo su celular, sin dejar ver que tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar y dormir en la tarde.

—Hola, Tiaguito —le habló y este puso los ojos en blanco.

—Hola. —Se levantó y siguió viendo su celular, yéndose de ahí.

—¿Qué le pasa a este? —preguntó, sentándose junto a Mari.

—Vos sabrás —dijo Rusher, en tono ofendido. Sabía que Tiago se estaba sintiendo bastante celoso y el ver que Lit actuaba como si nada, lo ofendía en nombre de su amigo.

Los días seguían pasando y Tiago apenas y le hablaba. Si lo volteaba a ver, le hacía muecas o desviaba la mirada, siempre estando con el celular y respondiendo con monosílabos a lo que le dijera. Y esos momentos de besitos entre ambos, se acabaron.

Había tardes en las que estaban los chicos jugando y Lit se acercaba a Tiago, este se alejaba y se iba con Enzo o se encerraba en su cuarto. Había dejado de recibir esas lindas sonrisas que le daba el menor e incluso le cortó la comunicación por mensaje bloqueándolo.

—¿Qué estaré haciendo mal? —le preguntó a la pelirroja teñida.

—No sé, ¿será porque siente algo por vos y vos estás acá de pelotudo, pidiéndome un consejo en vez de hacer algo? —respondió la chica, mirando al alfa, quién en ocasiones podía llegar a ser un total pelotudo.

—¿Qué? —dio un respingo. —¿Vos estás diciendo lo que creo?

—¿Qué crees? —se interesó la chica, a ver si Monzón ya no era tan pelotudo y se decidía a hacer algo por su amor hacia el omega de corte casco.

—¡Que él se aburrió de mí y ya se consiguió un alfa mejor que yo! —exclamó. “¿De verdad es tan estúpido?”, pensó Tuli, queriendo que aquellas palabras fueran broma, Lit no podía ser tan ciego y tonto.

—¿Sos imbécil, verdad? —le dio un ligero golpe en la nuca. —A ver, ponete a pensar, ¿desde cuándo está así?

—Uh... desde que regresó de sus shows en Madrid...

—¿Vos qué hiciste ese día? —le preguntó la mujer omega, entrecerrando los ojos, mirando como el otro teñido se ponía a pensar.

—¡Vine con vos a pedirte consejos! Luego nos fuimos a comer y luego fuimos al arcade, ¿te acordás?

La mujer se sorprendió un poco.

—¡Y nos tomamos una foto y la subimos a tu historia! —terminó ella.

—Dios, ¿Tiago cree que vos y yo... somos pareja?

Los dos se rieron, ella más por el alivio de que el idiota de Mauro por fin se diera cuenta. Este se levantó.

—Le iré a explicar todo. No soporto más estar así con él.

—¡Eso! —lo animó ella.

Tiago estaba en su habitación, deslizando su dedo por la pantalla. Se sentía bastante inútil, los celos que le provocaban el que Lit estuviera con Tuli no le dejaban sentirse inspirado para hacer música; se sentía frustrado y enojado consigo mismo. Se miraba al espejo. ¿Tal vez a Lit le gustaría que su omega fuera más bajito que él? ¿Quizás sus labios deberían ser más delgados? ¿Debería probar vestirse “femenino”? ¿O pintarse el cabello de rojo? ¿O simplemente rendirse y darse cuenta que lo suyo con Lit no podría ser?

Las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos se detuvieron cuando escuchó un golpe en la puerta de su habitación y luego ese característico aroma de cierto alfa.

—¿Puedo pasar, Tiago? Realmente necesitamos hablar...

Pensando miles de palabrotas al mismo tiempo, se levantó y suspiró, abriéndole la puerta al mayor.

—Dale, hablá.

—No estoy con Tuli —fue lo primero que dijo, tropezando con la diarrea verbal que le estaba dando, y se dio un golpe mental. Así no era como quería iniciar la charla con el omega.

—¿Eh?

—Tuli y yo no somos novios, Tiago. Te lo dije esa vez y lo repito: me gustás vos.

—¿Posta? —preguntó con desconfianza.

—Sí —las facciones de Tiago se relajaron, pero volvió a fruncir el ceño.

—¿Y por qué estabas con ella el día que llegué de España? —le reprochó. Monzón suspiró. “Y no es celoso”, pensó con sarcasmo.

—Porque primero le pedí consejo a Paulo, y ella también es amiga mía, y una omega, podría comprenderte y darme un consejo.

—¿Consejo para qué?

—Quiero que seas mío, Tiago Uriel Pacheco.


07/12/23
21/05/24

𝐊𝐈𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐌𝐘 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 | litiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora