Jorge no se acostó aquel día, se quedó sentado en el sofá pensando en la noche loca que había vivido.
Era extraño pero no tenía sueño, sólo tenía ganas de volver a ver a Clara, de pedirle disculpas como correspondía. Sentía que había sido un cogotudo y quería compensar a su mukama, a su linda mukama (por qué no decirlo) para que todo estuviera bien con ella.-Al fin y al cabo va a pasarse aquí mucho tiempo -argumentó en voz alta buscando una excusa para su obsesión -es normal que quiera tener buena onda con ella.
Pero por mucho que se escusaba y buscaba explicaciones lógicas Jorge estaba demasiado preocupado por la opinión de Clara sobre él, demasiado para ser tan sólo su empleada.
Tratando de ocupar su mente en otra cosa se dirigió a su escritorio y sacó del último cajón una pequeña libreta bastante maltrecha. Luego cogió un boli y volvió a tirarse en el sofá para tratar de escribir la letra de una canción.
Desde que tenía 16 años Jorge se dedicaba a componer canciones. Cuando se obsesionaba con un tema, ya fuera algo triste o feliz, sentía que escribir era una manera de descargar todos esos pensamientos, que no le paraban de dar vueltas por el cerebro y le embotaban la mente, en una hoja de papel. Era su modo de evadirse, su terapia particular.
La letra le solía salir con facilidad, pero ponerle música a la letra ya era otro tema...
Jorge estuvo más de dos horas volcado sobre su libreta, hasta que se dio cuenta de la hora. Debía poner en marcha su plan si quería que su madre no sospechara de la fiesta de esesa noche y ,además, quería concedérle a Clara el día libre sin levantar sospechas.