Seoul scape ✧ JIKOOK [omegaverse].

scape 3.

La fiesta estaba en todo su apogeo. Su cuñada y primo cantaban en karaoke y se turnaban con demás personas para animar el ambiente en compañía de sus padres y hermana. Hablando de su hermana, estaba insoportable —más que de costumbre— no le dejaba comer ni un bocado de los dulces que había porque ya estaba arrastrándolo a conocer a esos familiares que jamás en su vida había visto. Le había dicho que necesitaba hacer relaciones en vez de encerrarse en su zona de confort y lo regañó diciendo que por eso estaba soltero y desempleado.

Una sonrisa casi se le escapa cuando mencionó su soltería y miró instintivamente hacia el rincón donde estaba Jimin desde que salieron de las escaleras de emergencia. Lo encontró mirándolo en vez de estar supervisando como dijo que tendría que estar haciendo y cuando él le sonrió tuvo que evitar que se la contagiara.

Tal vez ya no estaba tan soltero, pero su hermana todavía no podía saber.

Aún sentía su olor en sus fosas nasales a pesar de que se habían bañado en inhibidor antes de volver al salón de fiestas para que nadie hiciera preguntas. Se lo contaría a su familia cuando tuvieran algo más formal, estaba seguro de que por fin su madre se sentiría feliz por él. Después de todo, parece que las cosas sí podían mejorar para Jungkook.

Jimin miró la hora en su reloj de muñeca y se dio cuenta que ya casi era hora del cierre, así que tenía que reunirse con el resto del personal y el gerente. Pero antes, buscó la mirada a Jungkook —ese omega lo tenía completamente cautivado— y agradeció en cuanto lo encontró apartado, comiéndose unos dulces a escondidas de su hermana. Jimin rio antes de llegarle por detrás y darle un sobresalto al menor, pellizcándole las costillas. Jungkook chilló, salvándose de llamar la atención por el karaoke alto, y se dio vuelta rápidamente. Jimin carcajeó cuando vio sus mejillas llenas de comida como una ardilla y sus labios con muchas migajas.

—¡Jimin, por la Diosa! —exclamó, embutido. Se apresuró a tragar para poder hablar bien—. No me des esos sustos. Casi se me sale el corazón.

Jimin tenía una sonrisita de cariño en los labios cuando limpió las migajas en los labios del omega con una servilleta. Jungkook se sonrojó mientras miraba al mayor tratarlo con suma delicadeza. Su pechó se calentó en un sentimiento bonito de amor y su olor se endulzó. Jimin sonrió más cuando todo ese aroma adictivo se enroscó a su alrededor, seduciéndolo.

Mirando a los alrededores para ver si nadie los miraba, Jimin empujó a Jungkook contra la columna tras la que se estaba escondiendo y le plantó un beso que tuvo al omega aferrándose a sus brazos mientras todo su sistema temblaba íntegramente y un sonido de gusto se le escapaba de la garganta. Jimin saboreó las galletas de granola en la boca de Jungkook.

Cuando se separaron, respiraban agitados y con la mente nublada. Jungkook estaba tan entregado al momento que no dudó en buscar otro beso que Jimin le dio sin problemas, pero no duró mucho tiempo porque el recuerdo de lo que venía a hacer alertó su cerebro. Jungkook gimió insatisfecho cuando lo separó con otro chasquido, pero Jimin le dio uno en la mejilla para que volviera en sí.

Joder, a Jimin le encantaba ver a Jungkook tan desorientado por unos cuantos besos de su parte. Amaba saber que aquel sentimiento de necesidad por estar siempre pegado al otro no era unilateral, pero en ese momento necesitaban concentrarse. Estaban pobremente escondidos y cualquiera que se saliera de la muchedumbre reunida en la parte delantera del salón podría verlos.

—Cariño, concéntrate. Mírame —a Jungkook le costó volver a entender dónde estaban y porqué debían parar de besarse. Todo era culpa de Jimin y su estúpido rostro hermoso—. Debo volver con el personal, ya casi es hora de cerrar y debemos reunirnos. Estaré un poco ocupado, pero me despediré de ti antes de que te vayas ¿sí? —cuando él asintió, Jimin sonrió y lo besó amorosamente en la frente—. Intercambiemos números, no me lo perdonaré si te vuelvo a perder de vista.