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Un silencio incómodo nos acompaña a ambos durante el trayecto en el ascensor, sin embargo Estienne observa distraído cada rincón de los metales del elevador que sube a una velocidad que parece eterna para mi, se lo nota perdido y yo no puedo con esta ansiedad que me carcome. Me muerdo el labio inferior nervioso y golpeo el pie derecho en el suelo repetidas veces mostrando tensión en el cuerpo, algo nunca antes visto. A Estienne esto le resulta algo extraño, me mira con un semblante preocupado ya que siempre me muestro firme y relajado ante los acontecimientos y sobre todo frente a las visitas, pero ésta vez es el Juez Neuvillette quién nos aborda, y esa es otra historia.

Se abre la puerta y caminamos a paso apresurado hacia la oficina sin emitir palabra alguna. Estienne solo se despide haciendo una reverencia, yo por mi parte suelto un agradecimiento y me dirijo hacia las escaleras y allí lo pierdo de vista.

Continúo mi trayecto y a medida que me dispongo a subir, el corazón comienza a latir de manera acelerada nuevamente. Otra vez esa extraña sensación que había sentido minutos antes cuando recibí aquella noticia tan gratificante pero a la vez abrumadora. Debo enfrentar la realidad de tener al Juez Supremo Neuvillette frente mío luego de tantos años sin verle y además por petición propia. Pero no pensaba que iba a ser tan pronto que se apareciera, creí que debía pelear más, y así me siento ahora, pesado, durante todo el trayecto que subo las escaleras y hasta que por fin, por fin pude dar con aquellos ojos rasgados que me esperan de pie delante de mi propio escritorio con las manos posadas sobre el bastón. Tan impoluto y completamente pulcro, sereno y con aquella tez tan tersa como la porcelana, que parece que va a quebrarse con tan solo mirarla.

—Bienvenido al fuerte Merópide Excelentísimo Señor Juez de la Corte de Fontaine —intento parecer calmo ante Neuvillette, pero aunque mi voz sea firme, mi corazón continúa latiendo fuerte—.

—Agradezco tu invitación Señor Wriothesley —hace un ademán—. Pero me temo que mi tiempo es limitado. Por lo que le solicitaría que nos ahorremos las formalidades y vayamos directo a lo que nos compete —trago saliva algo nervioso y lo miro con seriedad.

A decir verdad no esperaba esta actitud por parte de Neuvillette ni mucho menos que fuera tan descortés luego de que Sigewinne haya sido tan hospitalaria con él. Por lo que me armo de paciencia y suspiro. Al parecer me espera un largo día con el Juez supremo de la corte de Fontaine y debo enseñarle unas cuantas cosillas de paso, sin embargo entiendo por completo a qué se debe la actitud del juez, por lo que decido seguirle el juego.

—Ya veo —miro a la enfermera que observa la situación con una sonrisa—, Sigweinne, puedes continuar con tus tareas por lo pronto —sonrío a la Melusina—.

—Está bien —esta misma sale dando pequeños saltos y antes de bajar las escaleras voltea a vernos—. ¡Cualquier cosa que necesiten no duden en llamarme!

—Gracias por la charla Sigewinne —el juez le dedica una sonrisa a la melusina y luego cierra los ojos. Esta comienza a bajar las escaleras y al final se siente el golpe de la puerta a su cierre—.

Lie me if you can ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora