The Unknown

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Testigo N°3

Luego de la entrevista que ambos tuvimos con Wolssey partimos hacia la entrada principal. Allí nos encontramos directamente con Monglanne, quién nos recibe con una sonrisa en el rostro y su calidez tan característica.

Si hay alguien que pueda tener algún dato sobre el recluso fantasma, seguramente es ella que está en contacto con el ingreso y egreso de todos y todas aquí en el Fuerte Merópide.

Aunque a esta altura los dos en conjunto ya pudimos recabar demasiada información como para hilar algún tipo de historia.

—Buenas tardes Monglanne —saludo con una mano en alto a la recepcionista—.

Esta misma nos hace un ademán. Neuvillette le devuelve el gesto.

—Buenas tardes muchachos —dice Monglanne con una voz serena—. ¿Qué los trae por aquí?

—Queríamos hacerte una pregunta si no es de mucha molestia —pregunta el juez—.

Asiento con la cabeza y me cruzo de brazos, intentando parecer calmado, aunque a esta altura ya la ansiedad comienza a apoderarse de mi.

—Adelante —asiente con la cabeza Monglanne—, los escucho.

—Bien —respiro hondo antes de preguntar para hacer un poco de tiempo—. ¿Qué sabes sobre el «recluso fantasma»?

Neuvillette observa detenidamente cada facción del rostro de Monglanne pero se sorprende al notar que ella hace una mueca cuando escucha aquel nombre, como si fuera la primera vez que oye aquel nombre.

—¿Recluso fantasma? —pregunta la recepcionista totalmente extrañada—. Es la primera vez que lo escucho.

Arqueo las cejas. Neuvillette por su parte le cree ya que es experto en leer expresiones faciales. Sin embargo resulta decepcionante no haber encontrado nada de pistas nuevas.

—Ya veo.

—¿Pasó algo con este «recluso fantasma»? —pregunta Monglanne.

—No, es solo un rumor, pero un rumor de muy mal gusto —contesta Neuvillette—.

Asiento con la cabeza reforzando lo que dice el juez.

—De acuerdo.

—Por si acaso, si te llega algún comentario, no dudes en comunicarte con nosotros —dice el juez convencido—. Sabes que tu seguridad siempre está primero.

—Por favor, es de suma importancia.

Pongo énfasis en las últimas palabras y Monglanne asiente con la cabeza, luego hace una reverencia para mostrarse de acuerdo.

—Muchas gracias por tu tiempo Monglanne.

—No hay por qué, ¡regresen cuando quieran! —la recepcionista nos saluda con una mano en alto mientras nosotros nos alejamos del lugar, saludando también.

Lie me if you can ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora