No me encuentro sulfúrico, ni enojado, ni tampoco furioso, tal vez lo siguiente de todo aquello. Es que no puedo entender cómo los empleados del Café al cuál llamé para reservar una mesa en donde iba a tener una cita con Wriothesley se olvidaron de anotar que iríamos a las 17:00 Hs.
Y no estoy enojado con ellos, estoy enojado con las circunstancias que no se prestan para que tengamos un día maravilloso con el Alcaide luego de que hayamos estado distanciados durante unos meses. Y a pesar de que pasamos un mediodía maravilloso, quería tener una merienda de ensueño.
—Ya basta Neuvillette, estás caminando muy rápido.
Sigo con mis pisadas a toda prisa por el camino de adoquines y luego de bajar unas escaleras giro hacia la derecha, continuando a paso ligero por el túnel que lleva hacia el puerto; sé que el jefe de los celadores no tiene nada que ver con este inconveniente entre la reserva y la resolución que me dieron, aún así necesito descargar tensiones.
—¡Neuvillette!
Y en ese instante Wriothesley apoya una de sus manos en mi hombro y no solo me alcanza, sino que me detiene con fuerza y me obliga a girar para mirarlo a los ojos.
Y es allí cuando me pierdo por un momento en aquel celeste que casi se convierte en un gris frío, y de a poco comienzo a tranquilizarme. Respiro hondo, envuelvo mis brazos en la cintura del pelinegro y éste mismo entrelaza sus dedos en mi cabello que luego comienzan a masajear mi cuero cabelludo. De forma paulatina la ira se va disipando, se disuelve como una medusa que se deja llevar por la corriente en un mar tumultuoso.
—Lo siento —reniego.
—Cierra el pico Neuvillette.
—Arruinaron mis planes.
—Nuestros. Planes —Wriothesley hace énfasis en la primera palabra.
—Quería que estuviéramos juntos hoy.
—¿Y acaso estamos separados? —me mira arqueando una ceja.
—Me refiero a una cita —digo algo avergonzado—.
El Alcaide sonríe y niega con la cabeza, entonces coge una hebra de mi cabello y la acomoda detrás de mi oreja, luego se acerca a depositar un beso en mis labios.
Y vaya que siempre me sorprendo cuando él se anima a besarme, pues resulta muy ocurrente por su parte, nunca me lo espero. Y aunque estemos en medio de un túnel y nadie nos vea, siento un poco de vergüenza por el acto. Sin embargo correspondo, pues a mi cerebro parece que le agrada esta sensación, ya que mi cuerpo de alguna manera se activa cada vez que los labios del Alcaide rozan con la piel de los míos.
—Lo siento, no sé manejar bien la frustración y... —Wriothesley me calla con un dedo índice.
—Cambio de planes Neuvillette.
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Lie me if you can ~
FanfictionNo es lo mismo la vida en el Palacio Mermonia que en el Fuerte Merópide. En uno trabaja el Gran Juez supremo Neuvillete, del otro se encarga el celador Don Wriothesley, quién fue un recluso que ascendió a ese puesto por buen comportamiento y por sob...