Feelings

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—Estoy avergonzado —Neuvillette solo atinó a decir aquellas palabras al acercarse a Wriothesley—.

El menor entre los dos lo miró algo extrañado. 

—¿Por qué te sientes avergonzado? —preguntó el Alcaide.

Neuvillette suspiró y se sentó a un lado del pelinegro. Una vez allí sus nervios se apoderaron de él nuevamente. ¿Por qué tenía que suceder en ese preciso momento? No lograba comprender cómo lidiar con la ansiedad que se apoderaba de él. 

Pocos segundos después de esquivarle la mirada al Alcaide y sentarse mirando hacia el frente del sillón, llevó sus manos juntas con los dedos entrelazados hacia su mentón con las piernas abiertas y los codos apoyados sobre sus rodillas. 

Esta pose parecía como si de alguna manera le diera tranquilidad pero muy por el contrario le estaba generando más nervios. Ya no podía seguir ocultando aquella charla que tuvo por teléfono con Furina, el Alcaide estaba esperando una explicación y él debía dársela. 

Se puso de pie y comenzó a caminar nervioso de un lado a otro, es que simplemente no sabía cómo soltar las palabras, esto era muy distinto a las otras veces en las que tuvo que interactuar con Wriothesley. Nunca antes una trampa fue tan difícil de sortear para él como esta, pues en donde se jugaban los sentimientos de por medio, no se podía flaquear. No si eran los suyos propios. Esto sin dudas era un juego de ajedrez y él estaba en jaque. 

—Oye, ya cálmate —Wriothesley posó su mano en el hombro de Neuvillette y lo obligó a girarse. Con esto mismo también vino una disputa entre sus miradas. Aquí comenzaba la verdadera guerra—. ¿Puedes decirme qué te sucede? 

—L-Lo siento —Neuvillette se giró y observó a Wriothesley—. Me dejé llevar por los nervios. 

—¿Puedes explicarme qué te pasa? 

—Estoy intentando, pero... —tragó saliva. Claro que lo hizo, aún estaba nervioso, más que nervioso, no sabía cómo explicarle todo lo de la «Reclusa Fantasma», más bien: Furina— es muy largo y no sé por donde empezar...

—Empieza por tranquilizarte —Wriothesley tomó de la nuca a Neuvillette y lo atrajo hacia su pecho con fuerza en un abrazo—. Neuvillette, nunca te había visto de esta manera... tranquilo... 

—E-Este... —sus mejillas se pigmentaron en un tono rojizo en el instante en que sintió cómo era atraído hacia el pecho de Wriothesley, sin embargo esto de algún modo lo ayudó con aquella ansiedad que sentía.

—Shhh ~ —el Alcaide lo calló en el instante en que el juez quiso hablar. Pues no necesitaba ninguna explicación en ese momento, solo que Neuvillette estuviera calmo— Habla cuando estés listo. Yo te esperaré... —dijo y luego terminó de abrazarlo. 

Neuvillette juntó sus dos puños en el pecho del más chico y comenzó a llorar. No entendió por qué, simplemente sus lágrimas comenzaron a salir y él las dejó fluir. Fueron unos segundos pero se sintió suficiente como para tranquilizar al dragón que estaba completamente ansioso y no lo dejaba ordenar sus ideas. Pero... ¿Qué debía ordenar? 

Pues estaba más que claro, primero debía contarle la verdad a Wriothesley, luego debía decirle por qué el plan de Furina había sido ejecutado, y luego... debía confesarle todo al Ilustrísimo Sr. Wriothesley, aunque no estaba seguro de lo que sentía, pero debía dejarse llevar.

—Gracias, Sr. Wriothesley —se separó apenas unos centímetros y lo miró a los ojos sonriendo. Sus ojos rasgados se veían un poco rojos por las pocas lágrimas que habían salido, aún así se notaba que había llorado.

Wriothesley tragó saliva algo nervioso intentando que no se notara, la diferencia de distancias que había entre ellos era considerable como para que no pareciera extraña aquella circunstancia. Sin embargo él estaba dispuesto a dar todo por el bienestar de Neuvillette, hasta sería su chaleco de fuerza y aguantaría miles de balas de ser necesario. 

Lie me if you can ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora