Capítulo III

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Caminamos un rato más por sobre la orilla del mar, en realidad no teníamos muy claro a donde ir o que hacer para conseguir respuestas; ahora mismo, nos encontrábamos en el limbo.

Caminamos un rato más hasta que llegamos a una especie de río y en medio de este pude ver a lo lejos un pequeño barco con dos personas, las cuales parecían soldados en su interior.

-¿Ven lo mismo que yo?- señalé lo que estaba viendo y todos pusimos atención a los movimientos de quienes estaban ahí.

-¡Lo van a tirar!- chillé algo preocupada por aquel enano.

Susan rápidamente tomó una de sus flechas y la lanzó a uno de los soldados golpeado en su pierna sin mucho efecto al parecer.

-¡Liberenlo!- Susan hablaba con autoridad pero pareció no ser suficiente pues los soldados lanzaron igualmente al enano al agua.

-Muy ingeniosa Susan- Susan solo me vio con mala cara antes de volver a lanzar una flecha pues, Edmund y Peter corrían en rescate del enano y el soldado restante estaba por atacarlos con una ballesta.

Esta vez, la segunda flecha pareció dar en el pecho del soldado y el otro, por miedo se lanzó al agua.

Peter regresó con el enano a la orilla y lo ayudó a llegar hasta la arena en donde Susan, Lucy y yo los esperábamos. Edmund, por su párate, recupero el barco y lo detuvo en la arena, podría servirnos más tarde.

Cuando estuvimos frente al desesperado enano Lucy se acercó a él y con pequeña daga quito las ataduras de sus manos y luego el se alejó para quitar la venda que le impedía hablar.

-¿Qué me liberen?, ¿no se te ocurría algo mejor?- aquel hombrecito estaba furioso, mejor lo hubiéramos dejado ahí.

-Con un gracias es suficiente- Susan le respondió irónica ante su molestia.

-Ellos sin ayuda estaban ahogandome perfectamente-

-Igual se dice gracias enano mal agradecido- ambos nos miramos feo y muy a la defensiva hasta que Peter me alejó de el evitando un problema.

-¿Entonces querías que te dejáramos ahí?-

-¿Pero por qué te querían ahogar?- Lucy parecía aún preocupada aunque este ser fuera de lo más grosero con nosotros.

-Por amable tal vez- susurre para mi misma pero Peter y Edmund me miraron con cara de que me callara de una buena vez, al parecer hablé más alto de lo que quería.

-Son telmarinos, eso es lo que hacen- el enano gruñón trataba de recuperar aún su respiración habitual mientras nosotros nos veíamos sorprendidos.

-Telmarinos, ¿en Narnia?- Edmund me quitó las palabras de la boca, ¿qué hacían aquí?.

-¿Dónde has vivido los últimos siglos?- entonces no sólo nos fuimos algunos años, estuvimos fuera de Narnia por siglos.

-Es una larga historia- Lu habló con una pequeña risa asomándose entre sus palabras.

Susan le dio su espada a Peter y luego este entrelazó su mano con la mía mientras me miraba insistente para que no hablará más imprudencias pero, al notar que el enano nos miraba fijamente y algo sorprendido, no lo pude evitar.

-¿Todos bien?-

-Díganme que esto no es verdad, ¿son ustedes?, ¿son los reyes y reinas de Antaño?- nuestro pequeño amiguito nos miraba incrédulo y no lo culpaba, yo también estaría sorprendido al ver de nuevo jóvenes a los reyes que alguna vez fueron adultos.

-Soy el gran rey Peter, el magnífico- extendió su mano para saludar pero no recibió una respuesta.

-Tal vez debiste omitir eso último- Edmund y yo reímos un poco por la situación pero cuando Susan nos miró molesta dejamos de hacerlo.

Siempre a tu lado (Peter Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora